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A sus 55 años, Brad Pitt es un ícono de Hollywood y uno de los hombres más atractivos del mundo. Desde joven, su carisma y talento le han abierto las puertas en el cine y ha trabajado con los directores más reconocidos de la industria. Pero antes, hubo un niño que cantaba en el coro de la iglesia y que nunca imaginó la fama que alcanzaría. William Bradley Pitt nació el 18 de diciembre de 1963 en Shawnee, Oklahoma. Tiene dos hermanos menores, Doug y Julie Neil, y creció en el seno de una familia unida donde cada evento de su cotidianidad era una oportunidad para aprender una lección.
Su voz era su atractivo
Sus padres educaron a Brad y sus hermanos bajo la religión bautista. Brad fue parte del coro de la iglesia y ahí fue donde donde comenzó a interesarse en la interpretación. No sólo su voz y su desenvolvimiento llamaron la atención de la comunidad sino también su atractivo juvenil.
Conseguía con facilidad ser protagonista
Como estudiante, también se inclinó por los deportes, aunque su prioridad era el club de teatro del Instituto Kickapoo, al que asistía. Por su atractivo, era fácil conseguir los papeles protagónicos, aunque él prefería interpretar roles secundarios para aprender más sobre la actuación.
Descubre su lado rebelde
En 1982 se graduó de la preparatoria e ingresó a la carrera de Periodismo en la Universidad de Misuri. Ahí descubrió su lado rebelde y comenzó a dudar de sus creencias religiosas. Un nuevo panorama de vida se abrió ante sus ojos.
Abandonó los estudios por la actuación
En la universidad, Brad destacó entre los estudiantes por su atractivo y carisma y se unió al sistema griego en la fraternidad Sigma Chi. Faltó muy poco para que Brad se graduara de la universidad, pero él decidió dar un giro en su vida: dejar sus estudios y probar suerte como actor. Se fue a Hollywood con 300 dólares en el bolsillo y muchas ganas de vivir nuevas experiencias en la costa oeste.
Hizo de todo
Ya instalado en Los Ángeles, vivió en su auto por un tiempo y probó con varios trabajos, entre ellos, usaba un disfraz de pollo para promocionar un restaurante de comida rápida y también fue chofer de strippers para despedidas de solteros.
La oportunidad que le cambió la vida
Una de las chicas que trabajaba como nudista era aspirante a actriz y conocía a Roy London, coach de actuación de estrellas como Michelle Pfeiffer y Sharon Stone; Brad había encontrado la oportunidad que cambiaría su vida
Su carrera había comenzado
Roy London se convirtió en el maestro y consejero de Brad. Luego de seis años de preparación, consiguió hacer un casting al que se presentó desaliñado y aún así fue elegido entre cientos de aspirantes. Su carrera había comenzado.
Sus primeros papeles
Brad realizó pequeños papeles en distintas producciones, probó suerte en la televisión con un papel menor en la serie Dallas y comenzó a llamar la atención de la industria con su pequeña intervención en la película Thelma y Louise. La fama había llegado.
La soledad
La fama es un camino sin retorno, pues tal como Brad reveló recientemente en una entrevista para The New York Times, la atención que consiguió en la década donde él reinaba también lo llevó a sentirse solo y por momentos alejarse del bullicio de las cámaras y los tabloides.
Encontró un balance
Brad aprendió a dominar a los medios y encontró un balance entre su trabajo y la fama. Sacó provecho de su belleza única, su talento lo colocó entre los actores mejor pagados de la industria y sus parejas, Jennifer Aniston y Angelina Jolie, fueron ejemplo de estabilidad en una medio donde todo cambia en cualquier instante.
Sigue vigente
El talento de Brad sigue vigente y sus películas continúan siendo un éxito de taquilla. Su prioridad en la vida son sus seis hijos, fruto de su matrimonio con Angelina Jolie, y hoy cosecha los triunfos de una trayectoria que por décadas ha sido coronada por una belleza sin igual que mejora con el paso del tiempo.