Cuando Raúl de Molina inició su reto personal de bajar de peso, lo hizo muy en serio. Desde enero pasado, el presentador de El Gordo y la Flaca ha perdido cerca de 40 libras gracias a una rutina de ejercicio y muy buena alimentación. El cambio es bastante notorio. Su ropa ya le queda grande, su cara se ve mucho más delgada y su cuerpo ha cambiado tanto que hasta su amiga -y colega por más de dos décadas- Lili Estefan, lo confundió con un actor cuando lo vio de espaldas. En un día normal en el set de Univision, Lili llegó lista para presentar el programa sin recordar que Raúl estaría en Nueva York esa tarde. "Llegué y vi a este hombre vistiéndose de espaldas", explicó la Flaca al ver que un hombre se ponía un saco azul muy al estilo de su amigo. "Juro que entré y dije: '¡Cómo ha perdido peso Raúl'". Sin embargo todo se trataba de una confusión.
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Con toda normalidad, Lili saludó a Raúl hasta que se llevó una sorpresa. "¡Ay, no! Es Julián Gil", dijo asombrada por el parecido que Raúl ha tomado con el actor desde que se internó en una clínica para perder peso. Al escuchar la anécdota, el Gordo lo tomó con mucha gracia y, con su característico sentido del humor, bromeó sobre cómo lo confundían en las calles de Nueva York. "Acá la gente no me reconocía. Pensaban que era Julián Gil y les decía: '¡No! Yo soy Raúl de Molina'".
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A diario, realiza una rutina de ejercicios que incluyen cardio, algo de nado, baile y pesas. Para variar un poco y hacer del esfuerzo algo más entretenido, Raúl de Molina juega tenis en las canchas de la clínica. Y, siempre contando con el apoyo de su amada Millie de Molina, su esposa lo acompaña en las sesiones de entrenamiento y hasta a comer.
En la clínica, Raúl contó con la visita de amigos y familiares que hicieron de este proceso algo mucho más sencillo, pues también le demostraban un gran apoyo. Además de su hija Mia, quien viaja desde la universidad en Washington hasta Miami para reencontrarse con sus padres; Raúl recibió a su amigo, el también presentador, Don Francisco, quien no daba crédito de la dieta que llevaba. Por si fuera poco, El Gordo motivó a un televidente quien, al verlo tan motivado en la clínica, se inscribió en el mismo centro para perder unas uantas libras. La agradable coincidencia parece haberle dejado un buen amigo al conductor de El Gordo y la Flaca, quien incluso llegó a compartir la hora de la comida con él.