El más reciente capítulo en la serie de Luis Miguel ha levantado olas y sin duda la reacción con mayor peso ha sido la de Stephanie Salas. Ante la aparición del personaje Sophie, que se sospecha está basado en ella, Stephanie fue contundente. “Respecto al capítulo de ayer que alude a mi persona, quisiera hacer algunas aclaraciones. La serie biográfica no es cronológicamente acertada ya que, para empezar, mi hija ya había nacido al momento de la relación entre Mariana y Luis Miguel, en la cual yo no me interpuse. No hay que olvidar que se trata de una serie donde interviene la ficción, y que por lo visto tiene mucho contenido impreciso. Entiendo que la serie busque un efecto comercial y de promoción para alguien a quien quieren relanzar, pero ésta no retrata los hechos como sucedieron, y yo recientemente relaté mi lado de la historia en la revista ¡HOLA!. Yo soy una mujer hecha y derecha y siempre lo he sido. Por lo tanto, como mujer y madre de dos, exijo el respeto que merecen mi hija, mi embarazo y mi persona, y pido que me dejen de incluir en esta narrativa tan irrespetuosa para mí y mi familia”.
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Stephanie se refiere en este escrito a la entrevista que concedió para nuestras páginas, en la que por primera y única vez, compartió la historia detrás de su embarazo y el nacimiento de Michelle Salas. La orgullosa mamá abrió su corazón en la edición 575 de ¡HOLA! que estuvo disponible el pasado 31 de enero del 2018 y ésta es la entrevista completa que hizo favor de concedernos en ese momento.
Como sabes, pronto saldrá al aire una serie sobre la vida de Luis Miguel. Seguramente removerá recuerdos de una etapa importante en tu vida, Stephanie. ¿Qué piensas al respecto?
—Por supuesto que me hará recordar mucho esa parte de mi historia. Soy la madre del primer hijo de Luis Miguel (nuestra hija Michelle), por lo que formo parte importante de su biografía. Creo que es un buen momento para hacer la serie, solo espero que si los productores van a mencionar mi historia con él, lo hagan de una manera ética y respetuosa.
Nunca antes habías hablado sobre este tema a detalle, y a corazón abierto. ¿Por qué lo haces ahora?
—Bueno, me siento una mujer muy plena, muy madura; una mujer muy feliz y muy agradecida. Siempre he creído que para todo existe un momento, y creo que, para mí, este es el momento correcto para abrir mi corazón y compartir esa etapa tan importante y tan maravillosa de mi vida. Nunca la he ocultado, pero jamás la había contado de esta forma tan sincera y tan desde el fondo de mi corazón, y no pienso volver a tocar el tema ya que quiero darle vuelta a la página.
Cuéntanos, ¿cómo se conocieron Luis Miguel y tú?
—En 1985 yo estaba trabajando en el musical juvenil «Vaselina», con Timbiriche. Tenía quince años, al igual que él. Un día fue Luis Miguel a develar la placa porque cumplíamos no sé cuántas representaciones, y pues, me encantó el muchacho —dice con humor—. Obviamente lo conocía como la estrella juvenil que era, pero no tenía el gusto de conocerlo, así que un compañero mío en la obra, que era muy amigo de él, nos presentó semanas después. Luis Miguel le pidió mi teléfono y al principio comenzamos a salir solo como amigos. Compartíamos muchas cosas de la edad: nos reuníamos con más jóvenes en su casa a ver películas, a escuchar música, y ese tipo de cosas.
¿Qué fue lo que te atrajo de él?
—Me gustó desde que lo vi por primera vez, pero conforme nos empezamos a frecuentar, me atrajo su forma de ser, su simpatía, su actitud, que era muy de adulto, muy señor, muy caballeroso... Y a mis quince años eso me encantaba, porque era diferente de todos mis compañeros que eran, digamos, como niños. Denitivamente era un joven de mundo. Luis Miguel también ha sido siempre muy chistoso, y con un carácter único. Siempre se adueñaba de las situaciones, te hacía reír, y siempre salía con algo porque tiene un sarcasmo muy particular. Todo eso fue lo primero que me atrajo de él.
Y entonces la amistad se convirtió en algo más...
—Nuestra amistad comenzó a crecer. Su papá, Luis Rey organizaba comidas y estas en su casa a las que iban gente del mundo del espectáculo, y recuerdo que en una ocasión invité a mi mamá [Sylvia Pasquel], que terminó haciéndose amiguísima de Luis Rey. A los diecisiete años ya empezamos a salir en un plan más romántico. Lo acompañé a varios viajes, a sus conciertos, íbamos a los mejores restaurantes... Yo estaba fascinada con su personalidad, con nuestra relación. Sentía que se me abrían las puertas del mundo en aquel momento.
UN EMBARAZO INESPERADO
¿Recuerdas su primer beso?
—Mmm, no, no lo recuerdo (risas). Pudo haber sido en Acapulco, no lo sé.
¿Cómo describirías su relación?
—No fue un noviazgo formal, exclusivo, como a mí me hubiera gustado, pero siempre lo entendí porque su vida era su carrera, sus giras... En cambio, yo tenía una vida muy normal. Estudiaba la prepa, lo acompañaba a algunos de sus «shows» y él resolvía sus tiempos y sus estudios de otra forma. Salimos durante dos años.
¿Qué representaron esos dos años para ti?
—Una época muy importante en mi vida, en la que maduré mucho. No era para nada como un chico de mi edad; al contrario, era una persona que me aportó muchas cosas que como mujer me hicieron madurar, me hizo conocer un mundo que yo desconocía...Sabía de música y sus comentarios eran los de una persona que sabía de lo que hablaba; era muy agradable frecuentarlo.
Y entonces llega una noticia inesperada: tu embarazo.
—(Toma aire) La verdad fue algo inesperado, y como cualquier jovencita en una circunstancia así, sentí miedo, incertidumbre, pues se juegan muchas cosas a tu alrededor: ¿Qué va a decir mi madre? (Mi padre ya había fallecido) ¿Qué voy a hacer? ¿Qué va a decir Luis Miguel? ¡Qué va a decir el mundo de que llevo en mi vientre un bebé de él! Porque además él ya era una figura muy importante en esos momentos, y yo una joven normal con una vida de adolescente. ¿Qué iba a ser de mí?
¿Cómo te enteraste?
—En un chequeo periódico, y de repente, «¡Oops!» (risas). Pero entonces, en esos momentos de incertidumbre, en mis adentros hubo una luz que me señaló el camino y que me dijo que todo iba a estar bien. Vengo de una familia con mujeres fuertes, con la capacidad de salir adelante ante cualquier situación y cualquier adversidad, y pensé: Ok, este es mi problema, esta es mi situación, y después de los primeros momentos de miedo, de verdad me sentí muy bendecida por estar esperando un hijo de alguien que yo amaba mucho y que para mí era importante. Yo siempre fui una niña muy sola, hija única, mi padre murió cuando yo era muy niña y mi familia siempre ha sido muy pequeña, así que me sentí muy ilusionada. En ningún momento pensé en nada que no fuera tener a ese bebé conmigo. Dije: «Yo voy a seguir adelante, estoy muy contenta con lo que me está sucediendo. Sé que va a ser una revolución por aquí y por allá, pero estoy dispuesta a enfrentarla».
¿Cómo recibió tu familia la noticia?
—Me costó mucho poder enfrentar a mi mamá. En mi familia se caracterizan por ser encantadoras, pero también por tener un carácter muy marcado. Dije: «Me van a regañar, y a conducirme por el camino que ellas creen para mi vida». Ese momento a mí me sirvió también para imponerme sobre lo que yo quería para mí, y para dejar a todos clara mi decisión. Yo tenía entonces dieciocho años.
¿A quién fue la primera persona que le diste la noticia?
–A mi mamá, pero me costó hacerlo. Yo seguí con mi vida, yendo a la escuela, reuniéndome con amigos...sin decir nada a nadie. Pero días después sentí la necesidad de compartirlo con mi madre, primeramente, que siempre me ha sacado adelante, y que es una excelente madre, pero sabía que me iba a enfrentar a algo fuerte con ella. Y lo fue, porque no se lo esperaba y le preocupó mi futuro. Pero me vio tan segura de mí misma que terminó por aceptarlo, y acabó más entusiasmada que nada. Este bebé también le cambió la vida a ella; no había cumplido cuarenta años, y se convertiría en abuela, una abuela jovencísima. Con mi abuela Silvia [Pinal] me tardé más tiempo porque yo estaba trabajando con ella en la obra de teatro, «Mame», y no quería perder mi trabajo. Si le tenía miedo a mi mamá, ¡a mi abuela le tenía terror! ¿Qué me iba a decir? Sin que lo supiera, iba cada poco a la costurera para que le sacara de los lados más y más al vestido que yo usaba en la obra, hasta que ya no se pudo más. Entonces mi abuela, a la que no puedes engañar, empezó a sospechar y un día me dijo: «Oye Stephanie, a ver, acércate». Y entonces me tocó la panza, y dijo: «¿Por qué no me habías dicho?». Le dije: «Porque no es fácil y tenía temor de acercarme contigo». Entonces, lindísima, me dijo que evidentemente contaba con ella para todo. Me preguntó, al igual que lo había hecho mi mamá, quién era el padre, y se llevó la misma sorpresa que ella. Ambas me apoyaron en todo. Michelle fue una luz en nuestras vidas, una bebecita maravillosa para nuestra familia.
Stephanie Salas y su molestia por cómo fue representada en la serie de Luis Miguel
«TENGO UNA NOTICIA QUE DARTE»
Cuéntanos cómo le diste la noticia de tu embarazo a Luis Miguel.
—Lo busqué, pero también sabía que con Luis Miguel hay que esperar a que él te hable; porque así es con él. Si tú lo estás buscando va a estar muy difícil encontrarlo, pero tarde o temprano te va a buscar. Entonces yo empecé a aceptar eso y a entenderlo, y así fueron las cosas. Así que cuando él me buscó, le pedí que nos viéramos porque tenía una noticia que darle. Nos citamos en el departamento que por entonces tenía en Polanco.
¿Qué tendrías? ¿Tres, cuatro meses?
—Sí, más o menos. Y de repente...Oye, pues... es que te he estado buscando porque tengo algo que decirte. «¿Qué pasó? ¿Todo bien?», me dijo. Él no sospechaba nada. Y echando mano de las fuerzas y el valor que pude con tan corta edad, le dije que estaba embarazada. Fue difícil. No lo quieres ver a él enojado. Así como es de encantador también tiene un lado de mucho carácter. Obviamente yo estaba con muchos nervios, mucha angustia, pero también me sentí muy bien de decírselo; me sentí liberada. «Ahora ya lo sabes», le dije. Para él fue un cubetazo de agua fría. «¡Cómo es posible!», fue lo primero que dijo, y después hubo un silencio como de 5 o 10 minutos, no lo sé; un silencio muy profundo, y luego un «Uffff». Temí que tras el silencio viniera lo peor. Era como una ola que se aleja para regresar con la fuerza de un tsunami. Creo que tuvo sentimientos encontrados, lo meditó, lo digirió, y reaccionó de una manera muy sensata y ecuánime. En ningún momento se puso como loco, ni enojado, ni agresivo. Sacó esa parte de hombre maduro y me dijo, mientras me tocaba el vientre: «Todo va a estar bien. Tú no te preocupes. Nada les va a faltar porque yo voy a estar ahí». Después me llevó a mi casa, y en el camino fue acariciándome la panza. No me la dejaba de tocar. Lo sentí feliz y fascinado. Fue algo muy bonito. Y volvió a repetirme: «Aquí estoy, no va a faltarte nada. Lo que se te ofrezca». Después él continuó con sus giras y perdimos el contacto.
Viviste sola el embarazo.
—Pues la verdad, después de aquel día en que le di la noticia, ya no supe más de él. El tiempo pasó rápido, yo me enfoqué en lo mío, tomé un curso psicoprofiláctico, y tampoco hice mucho por estarlo localizando. Por entonces creo que él estaba de gira con su álbum «20 Años».
¿Cómo viviste el parto de Michelle?
—Fue el momento más maravilloso de mi vida, como lo fue también el nacimiento de Camila. Me acompañó mi mamá al hospital, y yo estaba muy enfocada en mi bebé, en que naciera bien. También me acompañó mi tía Rocío Banquells. Cuando vi a Michelle, una bebita preciosa, gordita, divina, la vi igualita a su papá. Dije: «¡No puede ser, es idéntica!». De verdad me sentí muy bendecida. Había crecido sin un padre, con muchas carencias afectivas, y esa bebé llenó mi vida por completo.
¿No echaste en falta al padre de tu bebé en ese momento?
—Pues mira, como no era muy formal el asunto, realmente yo tampoco me sentía ni abandonada ni con el derecho de exigirle nada. Éramos dos jóvenes que teníamos que crecer y que vivir muchas cosas. Yo estaba dejando que las cosas se dieran de manera natural, sin forzarlas. Pero en el posparto sí tuve momentos de soledad en los que por supuesto quería que estuviera Luis Miguel a mi lado, acompañándome. Pero lo entendí y lo acepté con mucha fortaleza, y estuve muy cerca de mi madre, que me apoyó muchísimo. Mi bisabuela María Luisa también fue alguien muy importante en esos momentos, si no es que la más importante, pues fue ella quien me enseñó a cambiar pañales, a darle el biberón, a sacarle el aire, ¡a todo!
UN ENCUENTRO MUY EMOTIVO
¿Le avisaste a Luis Miguel del nacimiento de Michelle?
—Pensaba que él me buscaría. Entonces yo esperé (siempre he sido muy paciente) mientras me concentraba en la bebé, que nos traía a todas babeando porque siempre fue, y es, encantadora. Imagino que alguien le habrá informado del nacimiento, de que todo había salido bien, y de repente él se reportó y tuvimos un encuentro muy bonito. Un encuentro en casa, muy agradable, muy emotivo.
¿Qué dijo cuando vio a Michelle por primera vez?
—Mira, lo primero que dijo fue: «¡Cómo se parece a mí! ¡Está divina mi hija!». Así, con esas palabras. Y entonces yo dejé que estuviera a solas con ella, y estuvo ahí, riendo y disfrutándola en sus brazos. Estuvimos en armonía y fue un momento muy lindo. A partir de eso, frecuentó regularmente a la niña durante aproximadamente tres años. Yo, personalmente, la llevaba a su casa, donde Luis Miguel, su abuelo Luis Rey y toda su familia la querían muchísimo, la pasaban muy bien, la consentían y la niña regresaba contentísima y llena de regalos...Después, cuando Michelle tendría como tres años, de repente no volvimos a saber de él. Era la época en que él había sacado su disco de boleros. Lo busqué, pero todo tiene un límite, y no volví a saber de él.
¿Desapareció sin más de sus vidas? ¿No hubo alguna razón?
—Así, sin más. Sin que hubiera entre nosotros algo que lo detonara, algún desencuentro, alguna diferencia, nada.
¿No te gustaría preguntarle, a estas alturas de sus vidas, ¿qué fue lo que pasó?
—Pues no, porque no tengo nada que reprocharle, ni le guardo algún rencor; al contrario. Y hoy, después de tanto tiempo, cualquier razón estaría de más. Yo le agradezco infinitamente el que me haya dado una hija tan maravillosa, tan carismática y tan hermosa como es Michelle. Todo el mundo la quiere.
¿Si tuvieras frente a ti a Luis Miguel, qué te gustaría decirle?
—Simplemente me gustaría tener una charla de amigos, tomarme con él una buena botella de vino (porque a los dos nos encanta) mientras escuchamos música de Frank Sinatra, y decirle: «Mira qué hermosa y maravillosa está nuestra hija».