Mucho se habla de la rutina de skincare perfecta, pero es importante recalcar que ésta no existe ni funciona si no te desmaquillas y lavas la cara de manera adecuada. Es por eso que en esta ocasión hablaremos de la doble limpieza, la mejor opción para un rostro impecable y así tener el lienzo perfecto para aplicar el resto de tu rutina de cuidado facial.
El hacer una doble limpieza, no hace de este proceso más agresivo, es decir, no lastima la piel, simplemente se asegura de eliminar cualquier tipo de resto de maquillaje o suciedad.
Los dos pasos de la doble limpieza
Tal como su nombre lo dice, la doble limpieza requiere de dos tipos de limpiadores. El primero, a base de aceite o bifásico, este es necesario para remover el maquillaje incluso cuando éste es a prueba de agua. Es un proceso de limpieza un poco más superficial y ligero por lo que es necesario agregar otro limpiador para limpiar los poros más a profundidad.
Para completar la doble limpieza, es necesario incluir como segundo paso un limpiador a base de agua. Asegúrate que se adapte tu tipo de piel y las necesidades de la misma. Procura revisar los ingredientes y apuesta por fórmulas libres de alcohol para evitar resequedad en la piel. Una vez que hayas limpiado tu rostro con ambos limpiadores, puedes continuar con el resto de tu rutina de skincare.
¿Cuándo vale la pena utilizarla?
Te recomendamos hacer doble limpieza siempre en tu rutina nocturna para asegurarte de remover el maquillaje, exceso de polvo y cualquier tipo de suciedad que pueda haber penetrado tu piel.
Algunos expertos recomiendan hacer doble limpieza por las mañanas para deshacerse del exceso de grasa y sudor. Sin embargo, hay quienes defienden que no es necesario hacer una limpieza tan profunda ya que durante nuestro reposo estamos en un mismo lugar, no traemos maquillaje y probablemente sea muy poca la suciedad acumulada.
Todo esto depende de tu tipo de piel, y las prácticas que tu dermatólogo te recomiende según tus necesidades. De nuestro lado, te recomendamos a la par dormir con fundas de almohada de seda o satín para que la fricción al contacto con tu piel no provoque roces o irritación.