Eso de un viaje al mes se me acabó cuando me convertí en madre. Solía organizar una escapada, -en avión, tren, autobús o coche-, más o menos, cada tres o cuatro semanas. Sin embargo, ahora, poder organizar dicha agenda de citas viajeras es casi imposible. Por muchos motivos, pero uno de ellos, es que los niños lo aguantan todo, te sorprenderías, pero también se cansan muy rápido. Y su cansancio se convierte en el mío y, al final, parece que disfrutas menos.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Después de un primer viaje largo y agotador con ellos, empecé a probar vuelos de máximo dos o tres horas en los que me organizaba días antes para asegurarme de que todos íbamos a llevarlo bien. Para ello, iba con una maleta cargada de esenciales con los que garantizar el éxito del trayecto. Y ese éxito, en mi caso, pasa por tres cosas: entretenimiento individual y colectivo, snacks para mitigar el gusanito del hambre y un descanso cómodo y tranquilo, porque con sueño, se activan y el viaje se les hace muy duro. Y, desde que lo hago, todo ha mejorado mucho y me atrevo ya hasta con un larga distancia. ¿Quieres saber algunas cosas de las que llevo?