No importa lo largo o corto que sea tu viaje, siempre te faltará espacio en tu maleta. Es algo que, por muchas escapadas que lleves a tus espaldas, siempre te pasa. Más si tienes algún evento de por medio, que necesitas, incluso, llevar varios por si acaso.
Cansada ya de que me pase lo mismo en cada maleta que hago, me puse a buscar alguna solución que no implicase reducir mis prendas de ropa al mínimo o doblegarme, finalmente, a la facturación. Y encontré las fundas o bolsas de compresión. Si no has oído hablar de ellas, te interesa seguir leyendo.
Son bolsas en las que ir guardando el contenido de tu equipaje, más o menos organizado (todo depende del tipo de bolsas o fundas que tengas), para que, al final, por un mecanismo u otro, puedas retirar el aire de su interior y reducir el espacio que ocupa. De esta manera, tu maleta parece que se agranda, pero no es así, en realidad es tu ropa la que aprende a acomodarse en su interior con menos centímetros disponibles. Así, puedes meter siempre alguno de esos por si acaso.