Una semilla germinada es el punto de mayor vitalidad de una planta, pues son ricas en vitaminas y minerales que, para nuestro cuerpo, son fáciles de asimilar y, además, estimulan los procesos digestivos. Por eso, su consumo, es muy recomendable. Puedes encontrarlos, no en todos los supermercados, pero sí en las zonas de refrigerados de muchos de ellos. Sin embargo, también puedes cultivarlos en casa y de una manera muy sencilla.
Para ello, tan solo necesitas un poco de paciencia (muy poca), unos cuidados casi mínimos y un germinador de semillas. Su uso es tan sencillo que, seguramente, te animes y acabes aficionándote. Y tus hijos también, porque pueden encargarse sin problemas de la tarea. Muchos de los brotes tan solo tardan entre dos y siete días en salir, pudiendo convertirse en un ingrediente saludable de todos tus platos.