Relajarse al final del día, sin pensar en nada en concreto y dejando que la mente fluya es uno de los mayores placeres de esta vida. Es un acto infravalorado. Pero la realidad es que nadie puede vivir al máximo todas las horas del día, todos los días del año y todos los años de su vida. Muchas son las personas que van al médico y su diagnóstico no es otro que el estrés.
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Yo no me considero una persona tremendamente estresada, pero sí que llego cada noche agotada. Desde bien pequeña comencé a bordar con mis manos y, en este hobby y en algunos otros, he encontrado una vía de escape a la rutina diaria. Intento, no todos los días, pero sí más de la mitad, dedicarle diez o quince minutos a una actividad que me relaje, me aporte paz mental y me haga disfrutar del silencio (mental y ambiental).
Si tú estás buscando lo mismo, te recomiendo algunas de las actividades que yo tengo entre manos. Y aunque te parezca estresante tener tantos frentes artesanales abiertos, no es así, porque vas escogiendo el que quieres cada día, sin culpa, disfrutando de esos momentos para ti.