Hay dos cosas que yo aprendí durante la pandemia al llegar a casa: la primera, a lavarse las manos siempre que llegaba de la calle; la segunda, a quitarme los zapatos al entrar en casa, fuese o no la mía. No tienes por qué pisar todas las estancias con unas suelas sucias ni dejar marcada la alfombra del salón.
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Además, este momento coincidió con la llegada de mi primer bebé y me conciencé aún más. En unos meses comenzaría a gatear, con sus manos por toda la casa. Unas manos que luego se llevaría a la boca. De ahí que, en mi caso, las zapatillas de andar por casa sean un accesorio indispensable del armario. Hasta las regalo.
Y, para mí, hay varias cosas en las que fijarse: que sean calentitas pero que no te sude el pie, que sean cómodas de quitar y poner (porque, si no, acabarás siempre con calcetines) y que sean blanditas, que se adapten al pie. Todas ellas las reúnen estas zapatillas que, no me extraña, son las más vendidas en Amazon.