Seleccionamos las plantas colgantes más decorativas y fáciles de cuidar

Si estás empezando en esto de la jardinería de interior y buscas una planta bonita y fácil de cuidar, la Tradescantia zebrina es todo lo que necesitas. Originaria de Centroamérica, destaca por el llamativo color de sus hojas, verdes y plateadas por delante y púrpura por detrás.

Además, se reproduce muy rápidamente y crece en todas las direcciones, lo que le dará un volumen precioso. Necesitará que la ubiques en un lugar con luz, pero a salvo del sol directo, a una temperatura que no baje de los 10 °C y que la riegues dos veces a la semana en verano y cada 10 días en invierno.

Otra planta ideal para inexpertos en jardinería es la Ceropegia Woodi. Este ejemplar de tallos largos y finos se caracteriza por sus pequeñas hojas en forma de corazón, por lo que quedará genial en estanterías.

Es apta tanto para interiores como para exteriores, le encantarán los espacios con temperaturas entre los 16 y los 21 °C, aunque puede soportar algo más de calor. Para regarla, se recomienda seguir intervalos de entre una y dos semanas, aunque te guiarás mejor por la propia tierra: riégala únicamente cuando el sustrato esté completamente seco.

En este caso nos encontramos ante una planta trepadora, no colgante, pero con un efecto similar en términos de decoración.

Sus hojas gruesas en forma de corazón resultan muy decorativas y ayudan a purificar el ambiente. Para que crezca fuerte y sana se recomienda colocarla en un rincón muy bien iluminado, pero sin sol directo. La temperatura ideal para esta planta debe rondar los 20 °C.

Requiere riego moderado (cada una o dos semanas), dejando siempre secar el sustrato entre riego y riego. Y agradecerá mucho que espolvorees agua tibia en sus hojas varias veces por semana.

Es una de las plantas de interior más populares, y no es para menos. Y es que, además de ser muy agradecida, añade un toque de color a cualquier rincón gracias a sus brillantes hojas verdes y amarillas.

Pero lo que ha hecho más popular a los Potos es que resultan muy fáciles de cuidar. Esta enredadera, procedente del sudeste asiático, puede llegar a crecer hasta 20 metros de altura y generar tallos de hasta 4 centímetros de diámetro. Sus hojas, perennes, purifican el aire y eliminan las sustancias tóxicas de tu casa; a cambio, lo único que te pedirá es un espacio muy luminoso donde poder crecer. Eso sí, siempre a resguardo de los rayos directos del sol.

Aunque el Helecho de Boston es más bien un arbusto, la caída de sus hojas hace que quede de maravilla en tiestos y macetas colgantes.

Es apta tanto para interiores como para exteriores, pero siempre necesitará buena iluminación y temperaturas de entre 15 y 25 °C. No es una planta de esas que “se cuidan solas”, pues requiere bastante riego. Dicho esto, no es recomendable para principiantes o personas que no puedan dedicarle tiempo.

Como detalle decorativo extra, estos colgadores para plantas quedarán de maravilla en una casa con un estilo decorativo bohemio, o en terrazas y balcones. Cuatro piezas de yute tejido a mano (dos de ellas de 105 centímetros y otras dos de 88 centímetros) que incluyen un aro de acero inoxidable en el extremo para que puedas colgarlas donde desees, ya que son aptas tanto para interiores como para exterior.

Otra alternativa es este macetero doble fabricado a mano con fibra marina natural y protegido por un forro de plástico en el interior, de tal forma que no se dañen si cae algo de agua de las plantas. Sus tonos naturales te resultarán muy fáciles de encajar, independientemente del estilo decorativo de tu casa, y podrás crear las combinaciones de plantas que más te gusten.