Trabajar desde casa puede ser más duro de lo que parece. A simple vista, todo son comodidades: no tienes que desplazarte a tu puesto de trabajo, puedes pasar todo el día en pijama o con la ropa más cómoda de tu armario, y comer en casa todos los días. Pero en la práctica echas en falta todas las posibilidades de tu centro de trabajo, más concretamente el tamaño de la pantalla y la velocidad de tu ordenador, disponer de una impresora, la comodidad de tu silla de oficina, la comunicación con tus compañeros y el simple hecho de poder diferenciar entre tu espacio de trabajo y tu casa.
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Detalles que, en el día a día, te ayudaban a ser mucho más productiva. Pero, ahora que has asumido que te quedan varios meses de teletrabajo por delante, ha llegado el momento de convertir tu casa en el mejor despacho y hacerte con todos esos accesorios que te ayudarán a ser mucho más eficiente. Y evitar, al mismo tiempo, invertir horas extra que podrías aprovechar para descansar, ver la tele o pasar tiempo con tus hijos.
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