El duque de Edimburgo había publicado 14 libros, pero increíblemente, días antes de fallecer todavía terminó el prólogo del número 15. Cuando volvió al castillo de Windsor, tras su intervención de corazón y una hospitalización de cuatro semanas, el príncipe todavía tuvo fuerza para cumplir una promesa y ayudar a un sobrino nieto de su hermana Sophie, a sacarlo adelante.
La obra cuenta la historia del castillo de Wolfsgarten, el pabellón de caza del siglo XVIII de la familia Hesse (cerca de Frankfurt), reconvertido en residencia campestre. Un lugar muy especial que conoció en su infancia cuando pasaba temporadas con su hermana. La más pequeña de las cuatro.
Sus palabras fueron enviadas a Alemania desde el Castillo unos días antes de que su salud empeorara y, según Daily Mail, llegaron el viernes, día 9 de abril, una hora antes de que se conociera la noticia de su muerte.
Tenía más de 11.000 libros en su biblioteca
Felipe de Edimburgo era un hombre del presente y, en muchos sentidos, adelantado a su tiempo. Enérgico, trabajador y, con mucho, el mejor orador público de la familia. También un lector voraz – tenía más de 11.000 libros, en su biblioteca personal- y con un interés intelectual enorme. Aunque esta parte, sus logros literarios e intelectuales quedó “sepultada”. Sus 800 patrocinios - organizaciones centradas en el medio ambiente, la industria, el deporte y la educación-, sus discursos (casi 5.500), los viajes, la dedicación absoluta a la reina durante 73 años, a la familia, y a otras pasiones como el cultivo de las tierras (fue el primero en cosechar trufas en Inglaterra); la pintura, la pesca y la conducción de carruajes.
El marido de Isabel II pensaba mucho en la vida y en la relación triangular entre el hombre, Dios y la naturaleza… Y su obra lo refleja. Desde cómo vivir una vida plena, a la coexistencia (o no) del cristianismo y la ciencia; a las aves y la conservación, sin olvidar la conducción de carruajes. Algunos de sus libros como Hombres, máquinas y vacas sagradas (1984) recogían sus discursos y conferencias. Otros hablaban de la importancia del uso del humor cuando se trataban temas serios.
Escritor y pensador
Como escritor y pensador pueda que el duque sea más apreciado ahora, después de su muerte. Y, también puede que este último libro (el 15) que le llevó a “viajar” por ultima vez a los recuerdos de su juventud contribuyan a ello.
En sus últimos días, Felipe de Edimburgo también volvió de alguna manera al lado de su familia exiliada, rota y pagada de desgracias. Y lo hizo de la mano de su querida Sophie con la que pasó muchos veranos y vacaciones cuando su madre, la princesa Alice, fue internada en un psiquiátrico y su padre se dedicó a vivir la vida junto a su amante, en Montecarlo.
Sophie, la más pequeña de las cuatro hermanas, se casó, en 1930, cuando tenía 16 años con el príncipe Christoph de Hesse-Kassel, y tuvieron cinco hijos. Y fue durante aquellos años cuando Felipe pasó temporadas con ellos en sus propiedades, incluyendo el castillo de Wolfsgarten. Un palacio con viviendas agrupadas alrededor de un patio triangular, con estanque, caballerizas, casita de juegos; capilla e impresionantes jardines (uno de ellos japonés) y 57 hectáreas de terreno.
El tío tatarabuelo de la princesa Leonor
Hasta que Sophie se quedó viuda. El príncipe Christoph fallecía en 1943, mientras servía a los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Sólo seis años después de que su hermana Cecilia, junto con su marido y sus dos hijos, también muriera en otra tragedia aérea. Incluso, después, hasta que Sofía volvió a contraer matrimonio con el príncipe George William de Hannover, (1946), hijo de la princesa Victoria Luisa de Prusia, la tatarabuela de la princesa Leonor a la que tanto se parece. Una boda a la que inicialmente Jorge VI dio consentimiento -luego cambió de idea a causa de la guerra con Alemania-, aunque igualmente terminaron casándose en Salem -el ya novio de Isabel II asistiría a la boda- y teniendo tres hijos. Entonces, Sophia volvió a volcarse con su hermano ayudándole especialmente en los primeros años del matrimonio con la Reina. De hecho, se trasladó con el matrimonio a Birkhall, Balmoral, y con el paso el tiempo llegó a estar muy unida a la Familia Real, convirtiéndose incluso en una de las madrinas del Príncipe Eduardo, además de acompañarlos en muchos actos.
La última visita al castillo
La princesa Sophia murió en noviembre de 2001. Dos meses después, el duque volvía por última vez al castillo para asistir a su funeral y darle el último adiós.
Wolfsgarten se convirtió en la residencia principal de la antigua gran familia ducal tras la abolición de la monarquía en 1918. Primero para Luis de Hesse y luego para su viuda, la princesa Margarita de Prusia, suegra de la princesa Sophie y amiga de Isabel II. Desde 2013, Donatus Landgrave de Hesse, sobrino nieto de la princesa Sophie, es el jefe de la dinastía.