El 1 de junio de 2011, hace justo una década, Charlene de Mónaco fue la protagonista de la portada de ¡HOLA! y de un excepcional reportaje. A un mes de su boda con el príncipe Alberto, posaba espectacular y elegante, como la princesa que estaba destinada a ser, y nos recibía en palacio ejerciendo ya su papel de futura esposa del Soberano.
La bella sudafricana se dejaba fotografiar por primera vez en los legendarios rincones de la residencia de los Grimaldi, recorriendo con trajes de alta costura algunos de los escenarios y estancias donde la princesa Gracia había hecho historia.
Dulce y refinada, en ese momentoCharlene era, en verdad, la viva imagen de Grace Kelly, la “princesa de Hollywood” que conquistó el corazón de un príncipe real. Un mes después sería distinguida, en el salón del Trono de palacio, con los mismos títulos que usó la princesa Gracia en los veintiséis años de su matrimonio con Rainiero: Alteza Serenísima, princesa, duquesa de Valentinois, marquesa de Baux, condesa de Carlades y primera dama de Mónaco.
La “reina sirena” llevaba meses preparándose para el gran reto de su vida y estar a la altura de su antecesora. “Soy africana, no nací en Europa ni nací princesa, pero haré el mejor trabajo que pueda. Cuando asumo una responsabilidad, me entrego y doy el 100 por 100 de mí misma”, sentenciaba en aquel reportaje.
Charlene, sincera y muy natural, admitía también que había tenido que ir adoptando un nuevo estilo acorde a su nueva vida en Mónaco. “Mi primer Baile de la Cruz Roja fue un bautismo de fuego. Estaba acostumbrada a vivir llevando bañador –confesaba en nuestras páginas– y no tenía ni idea de moda. Pedí prestado un traje verde a una amiga y me pinté las uñas de rojo. Parecía un árbol de Navidad”.
Sin embargo, para su gran cambio contó con un padrino de lujo. En 2009 Giorgio Armani eligió a Charlene para que fuera la embajadora de su marca y de sus diseños de alta costura. “Cuando el señor Armani acudió a mí para que me convirtiera en su embajadora fue un gran honor. Ha sido extraordinariamente amable y me enseñó mucho sobre del arte de vestir con estilo. La experiencia de trabajar con Armani ha abierto mi mente a la moda. Ahora sé lo que me conviene. Pero adquirir mi look ha llevado tiempo. Tengo los hombros anchos y lo que mejor me sientan son las líneas limpias, sencillas y elegantes”, reconocía también la entonces futura princesa.
Regresamos al presente. En los diez años que separan aquella imagen de Charlene, un mes antes de su boda, de la última que nos ha brindado, durante su viaje a Sudáfrica, comprobamos el increíble cambio que ha experimentado la princesa. Una auténtica metamorfosis: de Grace Kelly a la teniente O’Neill.
Valga la licencia para poner de manifiesto que con su atuendo militar –obviamente el más adecuado para su misión de rescate del rinoceronte africano, con el propósito de condenar la caza furtiva de esta especie– y su pelo corto y rapado por los laterales, Charlene nos trae a la memoria a la aguerrida marine de los Estados Unidos a la que da vida Demi Moore en la película del mismo título.
Que a la primera dama de Mónaco le gusta cambiar de imagen no es ninguna novedad. A lo largo de esta década ha ido experimentando una evolución estilística bastante evidente. Si bien escoge looks más relajados y clásicos para actos oficiales y más protocolarios, cuando tiene la oportunidad saca su lado más atrevido y rebelde.
El más sorprendente fue a finales del año asado. Charlene nos dejó a todos en shock cuando apareció en un acto navideño con los laterales de la cabeza y la nuca completamente rapados y su rostro cubierto por una mascarilla de lentejuelas. La imagen –y la trascendencia– fue tan punky, que hasta la propia princesa hizo un comentario al respecto. “Este corte de pelo es mi decisión –declaraba en una entrevista a Point de Vue–. Parece que provocó todo tipo de comentarios. Pero resulta que lo quería desde hace mucho tiempo, el estilo me agrada, eso es todo. Probablemente, de todos los miembros de la realeza, soy la que ha probado los peinados más diferentes, pero continuaré haciéndolo. Es mi elección”.