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A lo largo de todo este año hemos vivido una ceremonia histórica: la de la entronización del nuevo emperador de Japón Naruhito. Los festejos comenzaron el pasado mes de abril, con la abdicación de Akihito y, un día después, su hijo tomó el testigo en un solemne acto. Ya en octubre, la realeza mundial se dio cita en el país nipón para presenciar el magno evento de la entronización propiamente dicha. Ahora, las celebraciones por el ascenso al trono de Naruhito tocan a su fin y lo hacen con otro tradicional ritual: el conocido como 'Daijō-sai'

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Se trata de un gran festín, de un festival que se celebra solo una vez por cada emperador. Consiste en una exclusiva cena ofrecida para más de medio centenar de invitados -esa es la ceremonia pública- y un ritual de índole privado en el que la protagonista, con permiso de los emperadores Naruhito y Masako, es la diosa Amaterasu. Los actos se enmarcan en 30 estancias temporales construidas especialmente para la ocasión

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De esta diosa se cree que descienden todos los emperadores desde el año 660. En la ceremonia celebrada este jueves, Naruhito vistió la seda blanca de un sacerdote sintoísta y participó, como manda la tradición milenaria, en una comunión con lo divino, dado el toque religioso de la celebración. En concreto, el emperador ha de comer un arroz especial con su diosa ancestral y luego pasa la noche junto a ella en una choza de lujo con techo de paja

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A lo largo de este ceremonial, que se celebra desde el siglo VII, solo el emperador puede acceder a dos de las estancias llamadas Yukiden y Sukiden. En ellas se encuentra el arroz sagrado, un poco de sake bendecido y otras viandas que se ofrecen a la diosa. De estas dos habitaciones únicamente sale Naruhito para celebrar hasta tres banquetes y para visitar varios altares

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Según establece la tradición, Naruhito ha tenido que pasar cerca de seis horas con la diosa del sol. Junto a él siempre se encuentran dos doncellas. Hasta hace algunas décadas, se decía incluso que el emperador en cuestión mantenía relaciones con la diosa. De hecho, solían disponerse varias camas cubiertas de seda en los pasillos. Actualmente esta parte del ritual no se realiza

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Ya es habitual que esta tradición de la 'Daijō-sai' genere opiniones dispares, algunas de ellas críticas, debido al enorme desembolso y dispendio que ocasionan. Según apunta la prensa del país, el ritual ha costado aproximadamente 22,5 millones de euros que han ido a parar no solo a la construcción del complejo -que será destruido al finalizar los fastos-, sino también a la cena de lujo y a las otras, de índole privada 

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Las voces críticas centran su protesta en el hecho de que se destine una partida pública a cubrir esta ceremonia, teniendo en cuenta que gran parte del ritual tiene un componente religioso y la actual Constitución que rige en el país del Sol Naciente establece una clara separación entre religión y Estado. 

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Con este acto se ponen fin a los festejos por la entronización de Naruhito. Prácticamente todos ellos han transcurrido con total normalidad y según lo previsto, salvo el desfile que realizaron los emperadores por las calles de Tokio. Este recorrido estaba previsto que se llevara a cabo el mismo día de la entronización, es decir, el 22 de octubre, pero las consecuencias climatológicas del tifón Hagibis obligaron a posponerlo y, finalmente, tuvo lugar hace apenas cinco días. Ahora ya sí, se puede decir que tras la 'Daijō-sai', no hay más actos de este tipo a la vista para el flamante emperador Naruhito

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