Durante el resto del año los reyes y sus herederos al trono llevan las riendas del reino con una apretada agenda oficial de cumbres, reuniones de trabajo, audiencias, visitas de Estado…y un estricto ceremonial, pero en este tiempo el espíritu de la Navidad irrumpe en palacio y desata el corsé protocolario que ciñe el grueso de sus actos. Entonces, todo es posible: un soberano luciendo corbata con motivos navideños, una duquesa posando con los renos de Papá Noel, una pareja real llevando ugly sweaters... Así es la Navidad real más irreverente.