Carlos de Hohenzollern era uno de los célebres invitados a una cena benéfica en Maxim, para recaudar fondos a favor de la Fundación Motrice que apadrina Andrea Casiraghi.
El príncipe Carlos de Hohenzollern, de 39 años y descendiente de una de las dinastías más importantes de la nobleza alemana, cumplía los últimos meses de condena por un delito de fraude, pero durante el permiso del pasado fin de semana, fue a Frankfurt y murió al caer desde la azotea (un vigésimo primer piso) del hotel Intercontinental.
Como invitado en cenas benéficas se codeaba con Gloria von Thurn y Taxis, cabeza de otra gran dinastía aristocrática alemana, y con Carolina de Mónaco, anfitriona por extensión de la causa de su hijo mayor.