Naruhito de Japón en su primera aparición después de que su padre, el emperador Akihito, hiciera públicas sus dificultades en un histórico mensaje televisado (el segundo de todo su reinado) dirigido a la nación: “Me preocupa que pueda convertirse en algo difícil para mí asumir mis responsabilidades como símbolo del Estado, tal y como he venido haciendo hasta ahora”, afirmó eludiendo mencionar de forma explícita la abdicación, que obliga una reforma de la ley que garantice la sucesión automática del Heredero