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La princesa Sayako renunciará por amor a su antigua vida palaciega, a sus prerrogativas y privilegios reales y a la asignación que le correspondía como miembro de la Familia Imperial, cuando mañana contraiga matrimonio con Yosihiki Kuroda, un urbanista de la municipalidad de Tokio.
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Sayako dejará de ser Princesa para convertirse en una mujer moderna que conduce su propio coche; va de tiendas y cocina para su marido.
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