El Rey presidió, el pasado jueves, el acto de reconocimiento al personal participante en misiones en Afganistán, recibiendo en la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid) a las últimas tropas españolas desplegadas. A pie de la escalerilla del avión de transporte y dando la bienvenida a los veinticuatro militares (uno por uno) y los dos intérpretes, después de más de seis meses de servicio en Afganistán.
La ceremonia comenzó con la entrada de los guiones en representación de todas las fuerzas que han participado en misiones. Más de veintisiete mil efectivos a lo largo de más de diecinueve años.
A continuación, el comandante del Mando de Operaciones se dirigió al Rey (situado en la Tribuna). “Misión cumplida, señor. Las Fuerzas Armadas han estado a la altura, pero han pagado un alto tributo por ello”. Esta misión ha sido la que más vidas ha costado —ciento dos españoles fallecidos— en tiempos de paz. Acto seguido, se hizo entrega a Felipe VI de la última bandera que ondeó en Afganistán para su custodia en el Museo del Ejército.
Tras las palabras de la ministra Robles —también asistió el Presidente del Gobierno— llegó el momento más emotivo: el homenaje a los que dieron su vida por España… El Rey escuchó emocionado La muerte no es el final y depositó una corona de laurel, tras lo que se produjo el toque de oración y las salvas de fusil mientras sobrevolaban el cielo dos ‘F-18’.
Concluida la ceremonia, el Rey mantuvo un encuentro con los militares y sus familiares: Bienvenidos a casa. Momento en el que pudo felicitarlos por el trabajo realizado y ser testigo de las escenas más entrañables. Algunas al estilo de la película Oficial y caballero.