Los reyes Felipe y Letizia han vuelto a abrir las puertas de palacio. En plena tercera ola de la pandemia, han mantenido su agenda pública para estar al frente de la tradicional recepción al Cuerpo Diplomático acreditado en España. Un acto marcado por las medidas de seguridad a las que obliga la emergencia sanitaria y que llevan de la mano el nuevo protocolo. Empezando por el control de temperatura y el uso de gel hidroalcohólico, siguiendo por los saludos en el salón de Gasparini, sin apretón de manos, tan solo una inclinación de cabeza. Y terminando por el traslado al salón del Trono, desde donde solo los miembros del Gobierno y 23 embajadores y representantes internacionales, encabezados por el nuncio Bernardito Auza, como decano del cuerpo diplomático, pudieron presenciar el discurso del Rey. El resto de los invitados —todos sin pareja— tuvieron que seguir la ceremonia desde diferentes salones a través de pantallas.
La recepción se adaptó a la crisis sanitaria: la mitad de invitados, repartidos entre los salones, sin besamanos ni cóctel y con toma de temperatura
Para esta segunda e importante puesta de largo del año y marcando su posición como soberana, la Reina recuperó el vestido blazer azul eléctrico que estrenó en la Pascua Militar de 2020. Una decisión que va camino de convertirse en tradición, ya que no es la primera vez ni la segunda que reserva el primer vestido del año anterior para esta cita. La Reina acompañó este diseño, cuya firma sigue siendo un misterio, con los pendientes florales de diamantes de Harry Winston con los que señaló la Primera Comunión de la infanta Sofía, en 2017.
En una larga intervención, Felipe VI destacó los efectos de la actual crisis sanitaria en el mundo y recordó que el pasado año, en este mismo acto, habría resultado difícil imaginar lo duro que sería el año 2020, enviando un mensaje de afecto y solidaridad a los países que sufren la pandemia y a quienes han perdido un ser querido. “Estamos inmersos en la peor crisis sanitaria desde la Segunda Guerra Mundial”, dijo.
El Rey, que cumplió cincuenta y tres años el 30 de enero, resaltó que “España aboga por una reforma del sistema de salud global que lo haga más eficiente e inclusivo, en el que la OMS desempeñe un papel central…”. Y tras recordar que Gobierno aprobó la semana pasada un plan de acceso universal de “vacunación solidaria”, añadió que el principal objetivo es garantizar un acceso equitativo a la vacuna: “Como ya se ha dicho, nadie estará a salvo hasta que todos estén a salvo. España quiere que la U.E. lidere este esfuerzo global de solidaridad”.
La Reina sigue sin estrenar, después de cinco meses, y solo se sube al tacón si es imprescindible. Para apoyar a los más vulnerables y hacer frente a los retos, opta por básicos y peinados sencillos
En paralelo a este único acto compartido con Felipe VI durante la pasada semana, la Reina centró su actividad en dos frentes: impulsar la presencia de las mujeres en las carreras técnicas —asistió a una reunión de trabajo del Consejo Estratégico del proyecto Mujer e Ingeniería — y apoyar (en un nuevo encuentro con FEDER) a las personas con enfermedades raras, cuyas necesidades han sido eclipsadas por la pandemia. Un problema gigante ante el que la sociedad reclama soluciones y que doña Letizia ‘asume’ poniéndose a su lado, hombro con hombro, para ayudar a encontrarlas. Es una Reina centrada en lo esencial y en los retos que se presentan. Y para ello, para poner el foco en lo que de verdad importa, la Reina se viste de ejecutiva, con trajes básicos, peinados sencillos y sin joyas. El mensaje es claro: solidaridad y sentido de la realidad. Doña Letizia solo se sube al tacón cuando es imprescindible.