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Cinco bodas reales son las que se han celebrado en Suecia desde 1976 hasta 2015 y mucho tiempo habrá que esperar para la siguiente, ya que -si continúan con la tradición de que la Princesa Heredera sea la que se case primero- tendrá como protagonista a Estelle de Suecia, que todavía tiene cuatro años. Así que hasta entonces y con motivo de que este año se cumple el cuarenta aniversario de boda de los reyes Carlos Gustavo y Silvia de Suecia, la Familia Real ha abierto los armarios del Palacio para que todos puedan ver de cerca los vestidos lucidos por las novias reales. Fue el 19 de junio de 1976 cuando el rey Carlos Gustavo -a los treinta años y después de tres años de reinado- se casaba con la alemana Silvia Sommerlath se casaba en el Catedral de Estocolmo ante 1.200 invitados. Todo el país se volcó en unas celebraciones que no se vivían desde 1797, cuando se casó el rey Gustavo IV Adolfo con la princesa Fredrika de Baden, y los novios eligieron Hawái para su luna de miel. Foto: Engelberth Bengtsson / Kungahuset.se

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El vestido que eligió Silvia de Suecia para el gran día, en el que además de casarse se convertiría en Reina consorte, seguía la línea del estilo clásico que habían llevado las princesas Birgitta y Desirée -hermanas de Carlos Gustavo- para sus respectivas ceremonias. Un diseño de Marc Bohan para Dior de color marfil, completamente liso, con manga, entalado en la cintura y una larga cola que arrancaba de un poco más arriba del talle. Este vestido -que cómo los otros cuatro que componen la exposición, se podrá ver desde el próximo 18 de octubre en el Palacio Real- fue complementado con un velo bordado de encaje que era una reliquia de la familia Bernadotte que había sido llevado por numerosas damas de la familia, entre ellas la madre del Rey, y que se sostenía por la diadema con camafeos incrustados en oro rojo y perlas que fue el regalo que recibió de la princesa heredera Josefina cuando se casó con el rey Óscar I. La diadema estaba cerrada por una ramita de mirto de Sofiero, una tradición que también cumplirían sus hijas en el futuro. FOTO: Sanna Argus Tirén / Kungahuset.se

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Unos meses más tarde, Suecia viviría otra boda real que sería el broche de oro a una de las historias de amor más bonitas de la realeza europea. El príncipe Bertil de Suecia y Lilian Davies habían esperado 33 años para poder casarse y el 7 de diciembre de 1976 se dieron el "sí, quiero" en la capilla del Palacio de Drottningholm. Los humildes orígenes de la joven galesa fue uno de los motivos por los que se retrasó tanto este ansiado enlace pero no fue el único. En la Suecia de los cuarenta, reinaba Gustavo Adolfo VI, casado en primeras nupcias con Margarita de Connaught, con quien tuvo cinco hijos. Su heredero era su hijo mayor, que ostentaba su mismo nombre y que en esos momentos ya estaba casado y era padre de cuatro princesas y un príncipe, Carlos Gustavo, el actual rey de Suecia. Sin embargo, la muerte prematura del Heredero convirtió a Carlos Gustavo, que entonces no había cumplido un año, en primero en la línea sucesoria, produciéndose un abismo generacional entre el monarca y su sucesor. Esta situación ponía en peligro la continuidad de la corona por lo que Bertil se encontró ante una terrible encrucijada. Dos de sus hermanos ya se habían casado con plebeyas y por ello habían tenido que renunciar a sus derechos sucesorios. Él iba a hacer lo mismo para casarse con Lilian, pero decidió sacrificar su amor ya que si algo le pasaba a su padre, él sería el que único que podía ejercer la regencia hasta que su sobrino, el joven heredero, cumpliera la mayoría de edad y esa regencia no podría ejercerla si se casaba con una plebeya, que además estaba divorciada. Incapaz de renunciar a su amor por Lilian, le propuso continuar con su relación, de la manera más discreta, para no causar el menor escándalo, prometiéndole que todo cambiaría cuando su sobrino Carlos Gustavo alcanzara el trono. Lo que la pareja aún no sabía era que para ese momento aún habrían de pasar más de treinta años.

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El día de la boda, Lilian -que recibiría el título de Princesa de Suecia de manos del Rey- lució un vestido azul y un sombrero de largas plumas en el mismo tono. Su ramo de novia estaba realizado por sus flores preferidas: lirios del valle. FOTO: Lisa Raihle Rehback / Kungahuset.se

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Fue el 19 de junio de 2010, el mismo día en el que sus padres celebraban los 34 años de casados y en el mismo lugar, en la Catedral de San Nicolás de Estocolmo, la Heredera, Victoria de Suecia se casaba con Daniel Westling. Lo suyo tampoco había sido un camino fácil, pero finalmente la Princesa se casaba con su entrenador físico en una boda en la que se volcaron el resto de familias reales europeas. Foto: Alexis Daflos / Kungahuset.se

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Como era de esperar siendo la Heredera, Victoria de Suecia apostó por un diseñador sueco, Pär Engsheden, que creo un vestido con seda duquesa satinada en color crema, con manga corta y cuello hacia el exterior y espalda en forma de V. La cintura estaba muy marcada por un fajín abotonado y la cola, de cinco metros de longitud, estába ribeteada y sujetada a la cintura. Esos sin olvidar un velo, unos zapatos de Roger Vivier creados para ella y la tradicional tiara de camafeos con la que se casó su madre. FOTO: Sanna Argus Tirén / Kungahuset.se

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El 8 de junio de 2013 Magdalena de Suecia se casaba con el financiero Chris O´Neill, al que había conocido cuando se marchó a Nueva York después de que se rompiera su compromiso de forma polémica con el abogado Jonas Bergström. Sucedió como en los cuentos, la "princesa triste" puso tierra de por medio y allí encontró el amor. Una de las princesas más guapas de la realeza europea protagonizó una boda de cuento de lo más emotiva en la capilla del Palacio Real a la que siguió un banquete en el Palacio de Drottningholm, donde había nacido la Princesa.

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Uno de los diseñadores favoritos de las novias de la realeza firmó este vestido, Valentino Garavani. Un vestido de organza en seda plisada con encaje de Chantilly en color marfil. con pequeños pliegues verticales que se abrían en la falda resaltando la cintura. El bajo estaba rematado con un amplio volante y concluía con una cola de cuatro metros cubierta por un velo también de organza de seda con un pequeño encaje de flor de azahar y point d'esprit. No faltó su diadema favorita sujetando el velo, la conocida como "diadema del rey Gustavo", ya que fue un regalo de su padre, el rey Carlos Gustavo, a la reina Silvia por su décimo aniversario en 1986. Foto: Lisa Raihle Rehback / Kungahuset.se

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Fue el 13 de junio de 2015 cuando el príncipe Carlos Felipe se casaba son Sofía Hellqvist en la capilla del Palacio Real. “Permítanme presentarles a mi querida esposa la princesa Sofia, quiero agradecerles que hayan venido hasta aquí para compartir nuestra alegría", dijo un Príncipe, enamorado y totalmente emocionado, a sus invitados. Su historia de amor no había sido fácil, sin embargo, durante sus cinco años de relación la ex modelo y concursante de reality show sufrió una profunda transformación, de la mano de la Corte sueca, para prepararse para su destino real.

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La princesa Sofia eligió un vestido de la diseñadora sueca Ida Sjöstedt de manga larga con escote en pico ceñido en la parte superior. Una creación en tres tonos de blanco realizado en crepé de seda y aplicaciones bordadas a mano de encaje de José María Ruiz, especializado desde 1982 en la comercializacion de tejidos de seda natural en España y proveedor de telas de alta calidad para modistos tan destacados como Lorenzo Caprile o Felipe Varela, el diseñador de cabecera de la reina Letizia. FOTO: Lisa Raihle Rehback / Kungahuset.se

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