La Familia Real de Suecia ha dado por comenzado el curso por todo lo alto, con una gran cena de gala en el Palacio Real de Estocolmo donde el monarca ha estado acompañado por dos de sus hijos, los príncipes Victoria y Carlos Felipe, y sus consortes, los príncipes Daniel y Sofia (la princesa Magdalena vive con su familia en Estados Unidos). Tan solo se echó en falta en esta primera velada del otoño a la reina Silvia.
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Ante la ausencia de su esposa, que según ha confirmado la Casa Real tiene un resfriado que ya le ha hecho causar baja de otro acto oficial esta semana, el monarca sueco estuvo acompañado por su hija mayor y heredera y por su marido. La princesa Victoria, en medio de los dos hombres de su vida llevó un vestido plateado recto, con pedrería, escote pico y mangas sueltas. Completó su look con la tiara Boucheron de doble laurel, una pieza que fue un regalo de Sofia de Suecia a su nuera, la princesa Margarita de Connaught y que también formó parte del joyero de la princesa Lilian. Desde entonces es una de las que más usa la heredera al trono.
Por su parte, la princesa Sofia eligió un conjunto de falda en color crudo brocada con una blusa satinada en malva claro y la tiara de su boda, que le regalaron los Reyes. En esta ocasión cambió las esmeraldas que coronan la diadema por unas perlas, perfectas para su estilismo. Además de los Bernadotte a la cena acudieron 120 invitados entre los que se encontraban representantes del Gobierno, del Parlamento, del cuerpo diplomático, autoridades de distintos ámbitos de la ciencia, los deportes, la economía, la cultura y otros representantes de la vida y la sociedad suecas.
El menú que se sirvió constó de cuatro platos. En primer lugar, terrina de alcachofa con mantequilla, vinagreta de trufa y avellanas. Después, rape noruego escalfado en leche con mejillones, berberechos, jalapeño e hinojo estofado. Como carne se sirvió pato escandinavo asado con calabaza, rebozuelos, jengibre y nube de cítricos y de postres, frambuesas otoñales de Gotland con bizcocho de almendras amargas, rosas e hibisco.
Estas delicatessen se sirvieron en la vajilla que el Parlamento y el Gobierno regaló al Rey en su 50º cumpleaños en 1996, la conocida como Hackman-Rörstrand Gustafsberg, diseñada por Karin Björquist. La cristalería es de Kosta, creada por Sigurd Persson, un regalo de bodas que también hizo el Parlamento y el Gobierno cuando los Reyes se casaron en 1976. La mesa se completó con candelabros y centros de plata que pertenecen a la vajilla brasileña, que anteriormente perteneció a la familia imperial brasileña. A la muerte de la emperatriz Amalia en 1873, estos adornos fueron heredados por su hermana, la reina viuda Josefina de Suecia. La mantelería, la Blanka Randen se confeccionó en los talleres de Scheitlin & Borner en Suiza en 1990 y se tejió siguiendo un patrón que tiene el monograma del Rey rodeado de unas hojas.
La última vez que se vio a Silvia de Suecia en público fue este miércoles, durante la apertura del Parlamento. Ya entonces rehusó dar la mano para saludar a las autoridades porque tenía síntomas de resfriado. Por la noche no pudo participar en el concierto con el que se cerraron los actos de apertura de la Asamblea Nacional y al que acudió el monarca con sus hijos.
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