Victoria fue la primera heredera al trono en recibir instrucción militar y, a sus cuarenta y cuatro años, casada y madre de dos hijos, la formación continúa. Visitar a las Fuerzas Armadas, conocer el funcionamiento del Ejército y ponerse al día es parte de su trabajo como futura jefa de Estado. De los salones de palacio al ‘campo de batalla’ bajo la lluvia, y con el uniforme de camuflaje.
Así la hemos vuelto a ver estos días mientras asumía tareas ‘peligrosas’ junto a la Guardia Nacional de su país —formada por veintidós mil soldados— en, Salenfjallen, Dalarna, cerca de la frontera con Noruega.
En un ambiente de mucha camaradería, la princesa realizó ejercicios militares (de combate y camuflaje) a pie de campo simulando una acción de guerra, se enfrentó a todas las posibles situaciones en una batalla, calibró su fusil y practicó tiro, condujo una excavadora, asumió el mando y, también, fue una más en la cocina de campaña y durante la operación de rescate.
La futura Reina de Suecia volvía a demostrar su preparación militar mientras realizaba una marcha con perros adiestrados para un reconocimiento del terreno o cuando junto a sus compañeros atendía a un compañero herido de guerra. Tras las curas pertinentes —para las que también está preparada—, ha ayudado a trasladarlo hasta el hospital de campaña del campamento.
Tenía veintiséis años —tras graduarse en la Universidad de Yale— cuando empezó a prepararse para servir al país en el extranjero en el cuartel de Swedint, Almnäs (Södertälje). Desde entonces, la hemos visto buscando minas en Kosovo , entre las ruinas, la guerra, viviendo en tiendas de campaña, compartiendo vida con sus compañeros, manejando fusiles y hasta un lanzamisiles Robot 51, entrenando con la cara pintada junto a los cascos azules… Victoria, que también visitaba estos días a los húsares del Regimiento de Vida (K 3) y el Hogar de los Soldados en Karlsborg, continúa siendo un mejor ejemplo para la nueva generación de princesas de Europa y no pierde el hilo.