Carlos Felipe y Silvia de Suecia disfrutaron con sus hijos de un fin de semana de nieve. O, en palabras de la Princesa, de “Estocolmo en su mejor momento”, que es cuando se viste de blanco impoluto. El príncipe Carlos Felipe y los pequeños príncipes Alexander y Gabriel no querían perderse un día así por nada en el mundo y la princesa Sofia, apasionada como es del invierno sueco, inmortalizó el momento.
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La instantánea, una bella postal inmaculada, muestra al Príncipe y a sus niños llegando a las puertas que abrazan la hermosa Villa Solbacken. Carlos Felipe de Suecia lleva al príncipe Alexander de una mano y tira del cordón de un trineo con la otra. Un trineo Stiga de color verde lima, pensado para la comodidad y cuidado de los niños más pequeños, en el que el príncipe Gabriel va sentado y debidamente protegido con el cinturón de seguridad.
La llegada a casa después de haber jugado y haberse desfogado siempre es tranquila. Pero todos los que tienen experiencia con niños saben que el caos probablemente precediera a la calma. Ya solo vestir a los menores de tres años se convierte a veces en una verdadera misión, pero hacerlo con varias capas y con prendas térmicas en ocasiones demasiado gruesas complica la mañana. Al final consiguieron salir y disfrutar de Estocolmo en su mejor momento. Hay evidencia.
No es la primera vez que inculcan a sus niños su pasión por la nieve. El año pasado toda la familia fue a animar a la Princesa en las carreras de esquí de Vasaloppet. Sofia de Suecia, que ha crecido en la región sueca de Älvdalen en Dalarna, no es lo que se dice una principiante en el deporte blanco y se siente casi tan cómoda con un par de esquís que con un par de tacones. No en vano en dos ocasiones anteriores participó en la carrera de Stafettvasan y, cuando el embarazo de su segundo hijo le impidió esquiar, los Príncipes fueron espectadores de lujo de Vasaloppet. Tal vez repitan este año: ganas tienen.