Estelle de Suecia completa su primera carrera en un domingo de todo menos 'cualquiera'

Recibió su medalla de manos del príncipe Daniel, que da nombre a la prueba como parte del 'Pep day'

por hola.com

Por una vez el domingo no ha sido el día del descanso, sino uno a la carrera. Literal. Como no podía ser de otra forma, fue la fundación de Victoria y Daniel de Suecia, Generation Pep, la que se propuso cambiar a toda costa un domingo cualquiera por un Pep Day, una jornada vital donde las haya, bajo el sol de mediados de septiembre, junto a infinidad de amigos y con un apretado programa de actividades divertidas en Hagapark, a solo unos cientos de metros del palacio de Haga, residencia de la Familia heredera sueca. El objetivo era, como de costumbre, animar a todos los niños a moverse más, ayudarles a zafarse del sedentarismo como más les gusta: jugando. Y lo cierto es que mirase donde se mirase había un niño emocionado por probar todo tipo de deportes.

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El emocionado recuerdo de Daniel de Suecia a su hija durante su discurso

Muchos chavales participaron en la carrera que lleva el nombre del príncipe Daniel y, por supuesto, predicando con el ejemplo, allí se encontraba la princesa Estelle entre el pelotón de corredores que esperaban nerviosos el pistoletazo de salida de su padre. La pequeña hacía su debut en la categoría de niños de seis años y, sin abandonar en ningún momento sus maneras reales, lograba resultados de atleta en ciernes. Dejó constancia de lo importantes que son las formas conjuntándose de pies a cabeza con los colores de la equipación oficial. Vistió para la ocasión la camiseta turquesa de Gen Pep con el número 85 en el dorsal, unas mallas grises con un adorno lateral de color azul, unas deportivas a tono… y hasta las horquillas y la goma del pelo en la gama del atuendo.

Mientras que la Princesa recorría con zancada de gacela y sonrisa de princesa la pista de 700 metros de largo, el príncipe Daniel concedió unas declaraciones sin perder de vista a su hija, que en algún lugar del circuito dio un salto para llamar la atención de papá: “No, no es que hayamos salido a preparar esta carrera en concreto, pero ella siempre está corriendo”. Un minuto después, la princesa Estelle cruzaba la meta y corría directamente hacia su padre, que recibió a su campeona en sus fornidos brazos antes de colgarle la brillante medalla de oro alrededor de su cuello. No hay esfuerzo sin una dulce recompensa.

La cuestión era moverse y el tiempo que la princesa Estelle tardó en reponer fuerzas con una botellita de agua y una manzana fue todo su reposo. La prueba siguiente apremiaba: subirse a un pequeño monopatín. Sonreía debajo del casco mientras rodaba difícilmente con apoyos, pero pronto se hizo con la tabla y consiguió mantener el equilibrio por sí misma para orgullo de mamá: “Dobla las piernas... ¡Bien Estelle!”, gritó la princesa Victoria, que se encontraba a cierta distancia con el príncipe Oscar en sus brazos. Otro domingo de todo menos cualquiera será él quien luzca medalla.

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