Como ya sucedió en octubre de 2015 en el bautizo de Nicolás de Suecia, la princesa Leonore ha vuelto a acaparar todas las miradas durante el primer sacramento que ha recibido la pequeña Adrienne, tercera hija de Magdalena de Suecia y Chris O'Neill. Ha sido, junto con el resto de niños de la Familia Real sueca, la otra gran protagonista de la celebración de este viernes, gracias a su espontaneidad, naturalidad y simpatía de las que ha hecho gala durante toda la ceremonia, en la que por cierto la ausencia más destacada ha sido la de su prima mayor, Estelle, primogénita de Victoria de Suecia y Daniel Westling.
El bautizo de Adrienne de Suecia, marcado por las novedades y una sorprendente ausencia
En el mismo momento en el que sus padres accedían al interior de la capilla del Castillo de Drottningholm, Leonore de Suecia parecía que iba a adoptar el papel de nieta mayor de los Reyes y de ahí que caminara muy formal al lado de su madre, quien lucía un estilismo de lo más primaveral gracias a las flores que adornaban su pelo y su vestido. Nicolás, por su parte, entraba en brazos de su padre mientras que Adrianne, la gran protagonista del día, hacía lo propio con Magdalena de Suecia. Durante los primeros instantes del acto, la princesa Leonore combatía el calor con la ayuda de un abanico y atendía a las indicaciones de su madre, muy pendiente en todo momento de sus primogénita. Sin embargo, el decoro pronto llegaría a su fin, sobre todo a partir del instante en el que uno de los oficiantes llamaba a los pequeños para que se acercaran al altar y rodearan la pila bautismal y ayudaran a verter el agua.
Después de que Adrienne recibiera las aguas bautismales, todo se descontrolaba. La pequeña se despertaba y comenzaba a llorar, mientras Leonore se disponía a iniciar su ronda de travesuras. Se quitaba los zapatos y, una vez en el centro de la capilla y, ante las miradas de todos los presentes (y de las miles de personas que seguían el acontecimiento por televisión), comenzaba a rodar por el suelo y dar alguna que otra voltereta sin hacer caso a la petición de sus padres y del resto de familiares de que regresara a su silla. Pero Leonore de Suecia no parecía dispuesta a abandonar su momento de diversión.
Su espontaneidad ha quedado más evidenciada aún si cabe tras la ceremonia religiosa. Una vez que la Familia Real abandonaba la capilla y salía al exterior para posar ante los medios de comunicación congregados en la isla de Lovön, la princesa Leonore continuaba descalza. Sus zapatos, en paradero desconocido, y ella, pisando el suelo de gravilla en una actitud de lo más divertida. Así ocurría durante las fotografías que protagonizó junto a sus padres y a sus dos hermanos. Todos ellos dedicaban una mirada y una sonrisa a los objetivos mientras Leonore parecía disfrutar más del efecto que causaban las diminutas piedras al contacto con sus pies e incluso se agachaba para recoger algunas de ellas.
En la foto de familia realizada en las escaleras del castillo tampoco faltaban las anécdotas de la hija mayor de Magdalena de Suecia y Chris O'Neill. La princesa Leonore no estaba por la labor de posar y, en lugar de eso, decidía esconderse detrás de su abuelo, el rey Carlos Gustavo de Suecia. Pese a los intentos del príncipe Nicolás para que ocupara su lugar y pudiera ser finalmente inmortalizada por la prensa, Leonore tenía muy claro que prefería seguir con sus juegos antes que hacer caso a su hermano pequeño, protagonizando así una de las anécdotas del día, tal y como sucedió en su primer acto oficial, hace ya dos años.
Leonore de Suecia, una princesa a la fuga
El día que se estrenó como duquesa de Gotland, en 2016, la hija mayor de Magdalena de Suecia y Chris O'Neill hizo que los planes no salieran según lo previsto. La princesa Leonore tenía que alimentar a su potro con una zanahoria y posar con un casco de montar pero, como este viernes, decidió desprenderse de sus zapatos y echar a correr por un campo de flores en una imagen de lo más bucólica. Su padre, entonces, salió corriendo tras ella para traerla de nuevo al acto. Leonore cumplió a medias, pues terminó comiéndose ella misma la zanahoria que estaba destinada al equino. Un año después, la pequeña volvió al mismo lugar, esta vez con su hermano Nicolás, y, ahora sí, el posado pudo realizarse con éxito.
Tiempo atrás, durante el bautizo de su hermano Nicolás de Suecia, la princesa Leonore volvió a acaparar todas las sonrisas y las miradas cuando, en plena ceremonia, decidió comenzar a jugar en el pasillo central de la iglesia, tal y como ha sucedido este viernes. Pese a los intentos de su madre por calmarla, la pequeña seguía muy entretenida con su vestido, aunque finalmente terminó obedeciendo y siguió el resto del acto sentada en los brazos de Magdalena de Suecia.
La naturalidad de los otros nietos de los Reyes de Suecia
Aunque la princesa Leonore protagonizaba los momentos más divertidos y traviesos del bautizo de este viernes, también sus hermanos y sus primos lograron acaparar toda la atención de los invitados gracias a su espontaneidad. El pequeño Gabriel, hijo menor de Carlos Felipe y Sofia de Suecia, vivió la ceremonia en brazos de su padre mientras mordisqueaba el programa de la ceremonia. Adrienne, la encargada de recibir las aguas bautismales, permaneció dormida gran parte del acto, aunque en un momento dado comenzaba a llorar con notable intensidad.
Por lo que se refiere a Alexander -hijo de Carlos Felipe y Sofia de Suecia- Oscar -hijo pequeño de Victoria de Suecia y Daniel Westling- y Nicolás -hijo de Magdalena y Chris-, obedecieron las instrucciones del oficiante y fueron testigos del momento en el que se vertían las aguas bautismales. Tras la ceremonia y ya en la explanada exterior, algunos de los pequeños no pudieron resistirse a caminar dando saltitos mientras eran fotografiados por los periodistas que habían acudido a cubrir el significativo (y entrañable) acto.