Las galas vuelven al Palacio Real de Estocolmo como las golondrinas vuelven a Bécquer. Anoche la reina Silvia y las princesas Victoria y Sofia vistieron un año más de largo y tiara la primavera. Nuevos brotes de glamour apenas una semana después del fabuloso 50º cumpleaños de Federico de Dinamarca, que encontrará en las páginas de ¡HOLA!, y una semana antes de otras dos citas de celebración para la Familia Real sueca: el Día Nacional de Suecia (6 de junio) y el bautizo de la princesa Adrienne (8 de junio).
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Los flashes de los fotógrafos no anunciaron a los presentes la llegada de los Bernadotte al salón Mar Blanco, porque el brillo de las tres damas reales las precedía. La princesa Victoria, que acudía del brazo del príncipe Daniel, siquiera había tenido tiempo de arreglar la diadema Fringe de Baden desde la última vez que la sacó del cofre real para asistir a la fiesta por todo lo alto del Heredero danés, que reunió a la gran familia de la realeza el pasado sábado 26 de mayo en Copenhague. Tal vez la Heredera al trono sueco hasta la dejara preparada, junto al mismo collar y los mismos pendientes de brillantes de aquella velada, para su siguiente puesta a los pocos días. Coronaba así con el mismo mimo la gala de ayer, en la que lució para la ocasión un vaporoso vestido plisado de color rosa nude, exquisito a la vez que ecológico. El traje pertenece a la colección Conscious Exclusive de moda sostenible, de la firma sueca H&M, y está hecho con plástico reciclado, en concreto de botellas recuperadas del mar.
También la reina Silvia optó por la misma tiara de diamantes de Connaught que llevó al cumpleaños del príncipe Federico, una valiosa joya firmada por E. Wolfe & Co. en 1905, que fue un regalo de bodas para Margarita de Connaught y que ha tenido grandes momentos de gloria en bodas reales: la reina Silvia bailó con ella en la fiesta de la víspera a sus nupcias, la princesa Victoria la estrenó en el sí, quiero del príncipe Carlos Felipe a Sofia Hellqvist y la princesa Magdalena se la puso en el enlace de la Heredera sueca y Daniel Westling.
Pero conjuntó su nacarado vestido de flores de ayer con pendientes y collar de perlas para obsequiar, junto al rey Carlos Gustavo, a sus ciento cincuenta invitados de la sociedad civil con la tradicional cena de gala en la galería de Karl XI. Miembros del cuerpo diplomático, del parlamento y del gobierno, así como representantes del mundo de la ciencia, los deportes, los negocios y la cultura, y algunas de las personas con las que los miembros de la Familia Real sueca han coincidido en sus visitas, pudieron admirar de cerca la elegancia de las damas reales, recibir en persona las muestras de hospitalidad de los Reyes suecos y disfrutar de un menú de delicias suecas.
Con la mirada brillante de felicidad, entraba la princesa Sofia del brazo de su marido, el siempre apuesto príncipe Carlos Felipe. La Princesa seguía el ejemplo de la reina Silvia con otro vestido de flores, que combinó con la versión de sólo diamantes de su tiara nupcial. La misma fórmula con la que hizo historia en el día de su boda, a pocos días de su tercer aniversario. Y es que en la Familia Real sueca siempre vuelven las celebraciones.