Un salón de rica filigrana y oro, majestuosas arañas versallescas de mil y un cristales, candelabros dorados de cinco brazos, mesas vestidas de hilo blanco, sillas doradas con tapicería azul, menús con el organigrama real para cada comensal, bandejas de plata repletas de exquisiteces, las mejores galas... Magdalena de Suecia no escatimó esfuerzos para celebrar una fiesta digna del mejor cuento de hadas en honor de niños gravemente enfermos y echó palacio por la ventana para que su majestuosa recepción en el salón de los Espejos del Palacio Real de Estocolmo hiciera realidad el gran día soñado por sus jóvenes invitados.
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La Princesa, en colabroración con la ONG Min Stora Dag (Mi gran día, en español), una organización sin ánimo de lucro que tiene como misión cumplir los deseos de los niños suecos diagnosticados con enfermedades graves, recibió en palacio a 12 pequeños de todo el país escandinavo, con edades comprendidas entre los 5 y los 8 años. Los críos, grandes conocedores del protocolo que rige en los cuentos de sus librerías, no se saltaron la etiqueta para su encuentro real y vistieron de princesas y príncipes.
Ni faltan los banquetes reales en las páginas más bellas de fantasía de Perrault, Andersen o los hermanos Grimm ni en los sueños de sus pequeños lectores, y Magdalena de Suecia estuvo a la altura del ideal infantil como la perfecta anfitriona. La Princesa llevaba el mismo vestido de ensueño que estrenó en los premios Nobel 2015, una creación de color gris acero de Fadi El Khoury. Y, al igual que en la última gala, lució la fabulosa diadema de aguamarinas procedente del joyero personal de la princesa Margaretha. No se dejó en el joyero tampoco ni un solo atributo real: ni la orden de los Serafines, ni la banda azul.
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Dio la bienvenida, siguiendo el ceremonial, a todos y cada uno de sus pequeños invitados. Compartió mesa con los niños, a quienes agasajó con zumo, galletas y deliciosos cupcakes rosas adornados con coronas, que fueron servidos por un elegante mayordomo uniformado. Y se sentó en el suelo con ellos para asistir a la actuación en vivo y en directo del mago Tobbe, que puso el broche de oro con más diversión y más juego a esta cumbre real de mini princesas, entre quienes se encontraba también la princesa Leonore, vestida para la ocasión con galas de tul. “Leonore y yo pasamos una tarde increíble con los niños de Min Stora Dag. ¡Todos nos vestimos elegantes!”, escribió la Princesa en su cuenta de Facebook en la que compartió algunas imágenes de este gran día. El mejor día de doce príncipes.
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