Los Premios Nobel 2015, además de Química, de Física, de Medicina, de Economía, de Literatura y de la Paz (en Oslo), fueron también del glamour. Silvia, Victoria, Magdalena y Sofia de Suecia se convierteron en damas de diamantes y brillaron con las mejores galas, vestidos de ensueño y alta costura, y con joyas históricas, valiosos y especiales aderezos de piedras preciosas, como es tradición edición tras edición.
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Ayer 10 de diciembre, fecha en la que se conmemora el fallecimiento del creador de los premios, el científico Alfred Nobel, el rey Carlos Gustavo volvió a hacer entrega en la Sala de Conciertos de Estocolmo de la medalla, del diploma y del certificado monetario (por un monto total de ocho millones de coronas suecas, 870.370 euros por categoría, que se reparte si hay más de un galardonado en cada una de ellas) a los nuevos galardonados.
El monarca presidió la solemne ceremonia, considerada el acontecimiento social del año en Suecia, acompañado por toda la Familia Real, dejando constancia de nuevo con su presencia de la relevancia de la cita. En el mismo escenario, estuvo arropado por su esposa, la reina Silvia, majestuosa en grado sumo, acorde a la ocasión y a sus cuarenta años como soberana; por su heredera, la princesa Victoria, que desvió todas las miradas hacia el punto más sobresaliente de su figura por segunda vez en esta misma sala -su tripita de embarazada de cinco meses-, y por el esposo de ésta, el príncipe Daniel. Y, desde la primera fila, por el príncipe Carlos Felipe y por su esposa, la princesa Sofía, que debutaba en la velada como Alteza Real y como futura mamá con un embarazo más incipiente, así como también por la princesa Magdalena y por su esposo, Christopher O'Neill, de regreso en la Corte tras haberse instalado en Londres con su familia.
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Un pleno que era también un reconocimiento añadido a los premiados de este año: en Medicina, al irlandés William C. Campbell y al japonés Satoshi Omura por su trabajo ante infecciones causadas por parásitos, y a la china Tu Youyou por su descubrimiento de una nueva terapia contra la malaria; en Física, al japonés Takaaki Kajita y al canadiense Arthur B. McDonald por sus investigaciones sobre las oscilaciones de los neutrinos que demuestran que estas partículas tienen masa; en Química, a Tomas Lindahl, Paul Modrich y a Aziz Sancarr, considerados los padres de los mecanismos de reparación del ADN, implicados en enfermedades como el cáncer; en Economía, al escocés Angus Deaton, profesor de microeconomía de la Universidad de Princeton en Estados Unidos, por su análisis sobre el "consumo, pobreza y bienestar", y en Literatura, a la periodista bielorrusa Svetlana Alexiévich por sus escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y coraje de nuestro tiempo.
Pero, con el permiso de los galardonados, volvieron a deslumbrar las damas reales, impresionantes de pies a tiara. La reina Silvia llevó para la gran ocasión un conjunto de chaqueta y falda de seda de color rojo y lució la diadema de las Nueve puntas, conocida también como tiara de la reina Sofía, que fue encargada en Berlín por orden del rey Oscar II de Suecia para su esposa, Sofía de Nassau. La pieza, realizada en diamantes talla brillante, consta de nueve puntas, rematadas por nueve soles de diamantes y una base de filigranas clásicas de la era victoriana. Pero tanto la Reina como las Princesas se lo pusieron todo y no dejaron joya en el joyero. La reina Silvia acompañó su tiara con un collar, con unos pendientes, con varias pulseras, con varios anillos, con varios broches (por delante y por detrás de la banda)... en una sucinta enumeración de los ricos adornos de brillantes y otras piedras preciosas.
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La princesa Victoria siguió los pasos de elegancia premamá de su hermana y vistió su avanzado embarazo con un vestido de color berenjena de la firma sueca By Malina de corte muy similar al que llevó en la boda real de Carlos Felipe y Sofia de Suecia la princesa Magdalena, por aquel entonces a punto de dar a luz. Como en esas mismas nupcias, la Heredera coronó los Nobel con la tiara de Diamantes de Connaught, también conocida como No me olvides, y con el conjunto de pendientes, collar y broches de amatistas de la reina Josefina de Leuchtenberg, sin olvidar el prendedor de pelo que en la edición pasada lució Sofia, entonces pormetida del príncipe Carlos Felipe y por tanto aún Hellqvist.
El estreno de Sofia como Princesa no defraudó. Lució su tiara, la misma diadema de diamantes y esmeraldas con la que contrajo matrimonio con el príncipe Carlos Felipe este verano. Los Reyes se la regalaron por su boda y, en consecuencia, le está reservada en exclusividad. De las tres Princesas fue la única que no vistió made in Sweden y que optó por alta costura internacional, un vestido negro de seda con transparencias en el escote y adornos de flores, de la colección primavera-verano de la firma Óscar de la Renta y cuyo precio asciende a los 8.000 euros.
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La tiara de aguamarinas de la princesa Magdalena fue la más admirada de todas. La joya desaparecida de las galas reales durante años fue bien hallada anoche. La preciosa diadema, conocida como Kokoshnik (en alusión a los típicos tocados rusos), llegó a la Familia Real sueca a través de la reina Margarita de Connaught y la princesa Sibila se la dejó en herencia a la princesa Margaretha, hermana del rey Carlos Gustavo. Pasaba sus mejores días coronando a su legítima propietaria y el resto guardando reposo en el joyero personal de la dama en Reino Unido, adonde la Princesa se trasladó con su diadema en el equipaje después de casarse en 1964 con un hombre de negocios británico, llamado John Amble.
Esa fue la tónica de su existencia hasta ayer. Muchos se habían preguntado por el sino de la exclusiva pieza, extremadamente privada, y de repente ocurrió lo inesperado: la princesa Magdalena, que el otoño pasado hizo un Margaretha y dejó la Corte por Londres, anoche se ciñó la diadema de su tía en su tributo, en un alarde de simbolismo. El nuevo vestido tampoco desmereció la joya. La princesa Magdalena estrenó para la ocasión una exquisita creación de uno de sus diseñadores de cabecera para los grandes acontecimientos reales, el sueco Fadi El Khoury.
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Horas antes en Noruega
En Oslo se daba el pistoletazo de salida con la entrega del premio Nobel de la Paz, el único que se concede fuera de Estocolmo, en una solemne ceremonia presidida por los Reyes de Noruega y los príncipes Haakon y Mette-Marit. Como viene siendo habitual el programa se había abierto unas horas antes en el Ayuntamiento de Oslo con un acto con doscientos niños en el Centro del Nobel de la Paz, un acto repleto de rosas rojas al que acudieron la Princesa y su hijo, el príncipe Sverre Magnus. Un preludio de la ceremonia posterior en la que el Cómite Nobel de Noruega otorgó el galardón al Cuarteto para el diálogo nacional en Túnez.
Mientras la reina Sonia vistió de azul turquesa, la princesa Mette-Marit apostó por una de sus combinaciones fetiche, el blanco y negro. Dando un giro al vestido compuesto por falda con vuelo y cuerpo que eligió para uno de los actos del 75º cumpleaños de Margarita de Dinamarca, esta vez con complementos en negro.
El Cuarteto para el diálogo nacional en Túnez ha ganado el premio Nobel de la Paz 2015 por su "decisiva contribución a la construcción de una democracia plural" en el país, tal y como anunció en Oslo Kaci Kullmann Five, que preside el Comité Nobel de Noruega. Poniendo al país como ejemplo de cómo las revueltas sociales pacíficas –la conocida como “Primavera árabe”- pueden transformar la vida de un país y fomentar el proceso democrático.
"Este premio envía un mensaje a todos: los conflictos no pueden solucionarse con armas. Estas causan destrucción, el diálogo y la discusión crean acuerdos. Las armas nunca pueden ser la solución, ni en Siria, ni en Túnez", declaró Abdessatar Ben Moussa, presidente de la Liga Tunecina de los Derechos Humanos (LTDH), cuando el miércoles se anunció la decisión del comité.
Y la fiesta continúa...
Las celebraciones con motivo de los Premios Nobel se prolongaron hasta la noche del viernes 11 de diciembre, cuando la Familia Real ofreció en Palacio la tradicional cena. Los reyes Carlos Gustavo y Silvia, la princesa Magdalena con su marido Chris O'Neill, Victoria de Suecia y el príncipe Daniel, así como los príncipes Carlos Felipe y Sofia, recibieron a los invitados en el Salón del Mar Blanco. A continuación, se sirvió en la Galería de Karl XI una cena en la que se sirvieron todo tipo de delicias. Las damas reales volvieron a deslumbrar en esta velada. Silvia y Victoria de Suecia apostaron por sendos vestidos de un intenso y brillante azul noche, mientras que la princesa Magdalena demostró que el gris no tiene por qué ser aburrido con un diseño con juego de transparencias e incrustaciones. Por su parte, la princesa Sofia lució un vestido con bordados de corte imperio, marcando sutilmente la silueta de su embarazo.