Nueva York es estos días la capital del mundo. Todos los líderes internacionales se congregan en la sede de la ONU para discutir los diecisiete nuevos objetivos de la organización, que relevarán los antiguos propósitos del milenio, en pos de tres metas concretas: acabar con la pobreza extrema, luchar contra la desigualdad y la injusticia y solucionar el cambio climático. El Rey ya se encuentra allí con el resto de testas coronadas, jefes de Estados y de Gobierno y el Papa, protagonista de numerosas anécdotas en un viaje histórico que muchos recordarán con gran emoción.
Don Felipe se reunió ayer con el expresidente Bill Clinton en las instalaciones de su fundación y hoy intervendrá en la cumbre de la ONU sobre desarrollo, que inaugurará el Pontífice y que contará con Shakira como estrella invitada, para fijar la posición de España sobre el nuevo plan de acción de sostenibilidad para los próximos 15 años. Ya están prácticamente todos los que son. Y eso incluye por supuesto a Silvia de Suecia y Rania de Jordania, dos Reinas que no abandonan su empeño de hacer de este mundo uno mejor poniendo especial énfasis en la defensa de los derechos de los niños.
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No cejan ni día, ni noche. La reina Silvia se puso en pie por la infancia en la sede de la ONU en representación de su fundación, World Childhood Foundation, instituida en 1999 para ayudar a los niños más vulnerables de todo el mundo, especialmente a aquellos que son víctimas de abusos sexuales y explotación, y defendió su causa en la conferencia Los niños y los objetivos de sostenibilidad. Y volvió a insistir en la tradicional gala benéfica por la infancia que organiza su fundación todos los años en Nueva York y que anoche, con el lema Thank you, acogió a un gran número de personalidades invitadas en el Hotel Ritz.
La presencia de la soberana sueca, radiante con un vestido rubí con jaretas, era obligada, pero también se trataba de una muestra más de sus continuos esfuerzos en su lucha contra las desigualdades. No se esperaba en cambio a la princesa Magdalena, seguidora de sus pasos filantrópicos, que ha estado muy volcada en Childhood y especialmente involucrada en el desarrollo de sus últimos proyectos. La Princesa se quedó al cuidado de sus pequeños en Londres, donde ahora la familia ha fijado su residencia, como confirmó la soberana que espera el cuarto nieto de su otra hija, la princesa heredera Victoria: "No podía dejar al bebé, de tan sólo tres meses. Era un poco complicado para ella estar hoy aquí".
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Rania de Jordania unió fuerzas por la infancia con Silvia de Suecia, con la que comparte la visión de su doble labor como miembro de la realeza: poner la corona al servicio de su reino y el corazón al servicio de los más necesitados. Aunque ha disminuido sus muchos viajes internacionales a contadas salidas al extranjero, nunca falta entre las elegidas su cita neoyorquina. Y ciertamente Nueva York también la adora. De manera que la bella Rania volvió a convertirse una vez más, cómo no podía ser de otra forma, en la reina del baile al lado de la anfitriona con un favorecedor conjunto black and white, compuesto por una blusa de seda con encaje en ambos colores y un pantalón negro con adornos de strass y clucht a tono. Y es que la de anoche fue una gala de tiros largos; célebres invitados, como la resplandeciente Uma Thurman, y sobre todo derroche de solidaridad (la entrada ascendía a los 900 euros) por la infancia.