Vestida de rojo y con zapatos de tacón -algo poco frecuente en ella ya que debido a su largo historial de problemas cervicales se ha acostumbrado a ir con zapato plano e incluso calzado deportivo a la mayoría de actos oficiales-, Mette-Marit hizo una reaparición muy esperada ya que en las últimas semanas su presencia en la vida pública se ha medido con cuentagotas.