En las últimas horas, el estado de salud de Mette-Marit de Noruega está siendo motivo de preocupación, después de que la Casa Real que encabeza el rey Harald emitiera un comunicado urgente para explicar que la enfermedad crónica que padece la princesa ha empeorado. Desde el 2018 ya era público que la mujer del príncipe Haakon está afectada por una "variante inusual de fibrosis pulmonar", que le limita en algunas ocasiones y que le obliga a cancelar actos o hacer otro tipo de modificaciones en la agenda oficial en el último momento. Ahora el escenario se presenta más complicado que entonces, puesto que la noticia llega en plena crisis institucional por la investigación en torno a su hijo, Marius Borg Hoiby, y después de que el soberano noruego de 88 años trasladara su necesidad de ser rey hasta el final, pero con una carga de trabajo más reducida. No obstante, no todo son contratiempos en la corte noruega, ya que esta previsible ausencia de Mette-Marit llega cuando su hija, la princesa Ingrid, ha cumplido los 21 años. ¿Qué consecuencias tiene este comunicado en la próxima generación? ¿Están preparados para dar un paso al frente?
'La Princesa Heredera necesita más descanso y su rutina diaria está cambiando más rápido que antes'
Antes de nada, hay que dejar claro que Mette-Marit, mujer del futuro rey de Noruega, no se ha retirado, sin embargo, el comunicado deja ver que en el futuro inmediato su presencia pública se verá reducida, que sus ausencias serán imprevisibles y que sus apariciones no se concretarán hasta el último momento: "La Princesa Heredera tiene síntomas y dolencias diarias que afectan su capacidad para desempeñar sus funciones. La Princesa Heredera necesita más descanso y su rutina diaria está cambiando más rápido que antes. Esto significa que los cambios en su programa oficial pueden ocurrir con mayor frecuencia y en menor tiempo de lo que estamos acostumbrados".
Del mismo modo, se destaca que Mette-Marit "tiene un fuerte deseo de seguir trabajando". Por ello, la institución se compromete a organizar su programa oficial de manera que permita compatibilizar trabajo y salud. Este no es, en absoluto, un retiro, sino un compromiso y un ejercicio de transparencia por parte de una casa real que, en tiempos recientes, ha sido cuestionada por su hermetismo respecto a la investigación de Marius Borg. Este caso incluye, principalmente, episodios ocurridos en propiedades reales y alegaciones de posibles privilegios mal gestionados en beneficio del hijo de la princesa. Sea como fuere, este tema está actualmente en manos de la fiscalía, que debe decidir si procede llevar el caso a juicio y bajo qué cargos. En este contexto, resulta comprensible que la Familia Real prefiera no pronunciarse sobre un asunto que está siendo tratado por otro poder del Estado.
'Organizaremos su programa oficial en el futuro de la mejor manera posible'
Este comunicado ha venido a complicar un momento que ya de por sí no era fácil. Los últimos años han sido para el rey Harald un constante ir y venir de hospitales, bajas médicas y quirófanos, así que el soberano que ha defendido su compromiso de ser "rey hasta el final", en abril del 2024 reconoció que necesitaba "reducir de forma permanente el número y alcance de sus actividades". Lo pidió a su estilo, quitándole importancia al asunto y cediendo todavía más espacio al príncipe Haakon: "Tampoco debemos ponernos demasiado serios al respecto. Debería ser divertido también. Así que es importante tener esta dualidad". Hay que recordar que el rey Harald fue príncipe heredero en un contexto muy peculiar y de máxima exposición, ya que su padre, el rey Olaf, siempre fue un rey viudo y como tal se apoyó enormemente en sus hijos para todo tipo de labores institucionales y de Estado.
Harald sabe de lo que habla y lo ha vivido. En alguna entrevista ha contado que a menudo se tiende a considerar que la figura más importante en un reinado es el rey, pero que él nunca lo ha visto así. Fue su padre, el rey Olaf, el que fijó en él la idea de que, una vez consolidado el reinado, el príncipe heredero es la figura clave que encarna el futuro de la institución y la supervivencia de la dinastía. En ese sentido, a diferencia de otros soberanos, que pueden ser más personalistas, el rey Harald siempre ha delegado en su hijo los actos de mayor relevancia institucional, viajes oficiales y aperturas del parlamento. En este contexto hay una figura que carece de marco normativo propio, pero que es un símbolo de estabilidad y garantía que ha apoyado este relevo en todo momento: la reina Sonia. Una mujer de apariencia frágil y discreta, pero que ha resultado fuerte y crucial como sostén y protectora de la institución.
Al empeoramiento de salud, la princesa Mette-Marit suma la investigación en torno a su hijo mayor, Marius Borg, que puede llegar a juicio a lo largo de este año
Desde luego la reina Sonia es un poderoso activo, pero suyo no es el futuro. Así que cuando el rey Harald advirtió su intención de reducir sus actividades, dio la impresión de que Mette-Marit daba un paso al frente para apoyar al príncipe Haakon, que ya había fijado la imagen de un hombre solo. A comienzos del 2024 la agenda de la princesa Mette-Marit se reactivó con actos de todo tipo, institucionales, pero también aquellos asuntos de interés particular como el fomento de la lectura y causas relacionadas con la mujer o la infancia. Parecía feliz e imparable, y Haakon, que siempre se ha mostrado como un hombre enamorado después de casi un cuarto de siglo de matrimonio. Sin embargo, ese "espejismo" duró poco, en cuestión de seis meses todo saltó por los aires cuando el hijo que tuvo Mette-Marit antes de casarse con Haakon fue detenido tras una agresión a su pareja. Ese "episodio" resultó ser solo la punta de un iceberg que todavía está por resolverse.
El papel de Mette-Marit, como madre de un joven al que se crió como un príncipe, pero nunca lo fue, es decir, tuvo los privilegios, pero no las obligaciones ni ningún tipo de rol oficial, se tornó evidentemente complicado. Hasta el punto de que en algún momento de la investigación policial se barajó la posibilidad de llamarla a declarar. Mientras la vida institucional siguió y ella intentó seguir también, pero reconoció durante la tradicional entrevista que los miembros de la Familia Real noruega conceden cada año, que el 2024 había sido "muy muy duro". Ahora se puede decir que el 2025 no está siendo mejor: a su empeoramiento de salud se suma que, de producirse el juicio contra su hijo, los medios noruegos apuntan a que tendría lugar en el segundo semestre del año.
'El 2024 ha sido duro. No se puede decir otra cosa. Ha sido muy, muy duro para nosotros'
Con este panorama, los cálculos solo pueden apuntar en una dirección y esa es la princesa Ingrid Alexandra de Noruega, la hija de Haakon, la nieta de Harald, segunda en la línea sucesoria y primera mujer que puede ocupar el trono en la Noruega independiente. La princesa de 21 años, que ha permanecido centrada en su carrera militar mientras avanzaba la crisis institucional, emerge como la gran esperanza de la casa y, sobre todo, un pilar fundamental cuando llegue el reinado de su padre.
¿Está la princesa Ingrid preparada para asumir más responsabilidades? ¿Hasta donde puede llegar con la ley actual?
La princesa Ingrid cumplió la mayoría de edad en junio de 2022 y el rey Harald lo señaló con la solemnidad propia de su futuro papel: con celebraciones públicas en las que participaron tanto los ciudadanos como las máximas autoridades del país, así como miembros de otras casas reales. Fue entonces cuando comenzó a dar pasos agigantados en su papel público y lo hizo con éxito, aunque ya antes había estado presente en fechas señaladas y llevando a cabo algunas iniciativas, relacionadas con la infancia o el arte, que había supervisado su abuela, la reina Sonia, que como hemos dicho está siendo una figura clave como enlace entre generaciones.
La princesa Ingrid gustó en seguida, ya que además de tener un carisma y una espontaneidad poco frecuente en su papel, es muy cercana a los abuelos, los reyes Harald y Sonia, y apostó por una formación militar mucho más larga de lo que exigía su papel y que le ha permitido mantenerse fuera del foco en los momentos más incómodos, como cuando circuló por Noruega la preocupación de la posible influencia que Marius Borg (al que se investiga por dos supuestos casos de violación y que emitió un comunicado reconociendo sus adicciones al alcohol y la cocaína) podría tener en su hermana, la futura reina.
El Parlamento noruego estudia la manera de ampliar los poderes de la princesa Ingrid
Quizá por esa preocupación, que no se basó en otra cosa que en unas palabras de la propia Ingrid alabando a sus dos hermanos y agradeciéndoles el apoyo que le prestan, el Parlamento noruego quiso mostrar su confianza en ella y presentó una propuesta para que se cambie la Constitución, de modo que pueda actuar como regente. Seis grupos parlamentarios pusieron el foco en el artículo 41, que dicta que es el heredero el único que puede asumir la regencia si el rey está en el extranjero o enfermo: “Si el heredero al trono no está disponible, será el gobierno el que actúe de pleno como jefe del Estado”. La propuesta, que tiene bastantes apoyos, quiere que "si el heredero más cercano no puede presidir el gobierno, su hijo lo presidirá como ejecutor temporal del poder real, siempre que sea el siguiente heredero al trono y haya cumplido la edad prescrita". Es decir, se ampliarán los poderes de Ingrid, que podrá actuar desde su aprobación en nombre del rey Harald, algo que ahora mismo solo puede hacer Haakon.
En definitiva, todo apunta a que la princesa Ingrid no solo está preparada para asumir más responsabilidades, al tiempo que continúa con su formación, es que el país así lo espera, al menos eso se desprende de la propuesta que estudia el Parlamento. Como "relevo natural " de su padre, lo lógico es que sea ella la que sustituya a su madre cuando sea necesario, un movimiento beneficioso también de cara a su futuro papel en la jefatura del Estado.
Por otro lado, esta el "enigma" Sverre, su hermano pequeño y el otro príncipe de su generación, que si bien en un momento dado sus padres, Haakon y Mette-Marit, hablaron de él como un miembro de la Familia Real sin obligaciones estatales, igual que la princesa Marta Luisa, lo cierto es que todo puede cambiar en función de las necesidades de su casa.