Están siendo meses complicados para la Familia Real Noruega, una monarquía que siempre ha contado con el respaldo del pueblo y que ahora se ha visto salpicada por los escándalos de Marius Borg, el hijo mayor de la princesa Mette-Marit. Para hacer frente a la polémica han optado por una única vía: seguir adelante con su agenda institucional, no trastocarla y dar protagonismo en los últimos actos a las nuevas generaciones, considerados la salvación. Hablamos de la princesa Ingrid y Sverre Magnus, quienes ocupan la segunda y tercera posición en la línea sucesoria. Son ellos precisamente quienes han acaparado todas las miradas en el servicio religioso con el que han celebrado por adelantado la Navidad junto a trabajadores humanitarios.
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En la misa celebrada en la capilla del Palacio Real de Oslo, Ingrid de Noruega, que en enero comenzó su formación militar, ha tomado la palabra. "La Navidad es una época en la que queremos estar con todos nuestros seres queridos. Tanto con los que no vemos desde hace mucho tiempo como con los que quizá vemos demasiado a menudo. Y es una época en la que pensamos un poco más en todos aquellos a los que echamos de menos. Esperamos que paséis unas Navidades maravillosas con nosotros", ha dicho.
El decano de Oslo, Pål Kristian Balstad, se ha puesto al frente de este acto que ha reunido a representantes de organizaciones humanitarias que han realizado una importante contribución en países afectados por guerras y conflictos. Los asistentes representaban a la Cruz Roja, la Ayuda de la Iglesia Noruega, la Ayuda Popular Noruega, el Consejo Noruego para los Refugiados, Norwac y Ucrania Libre. A todos ellos les ha dedicado el príncipe Haakon unas palabras de agradecimiento: "Vosotros veláis por la gente que vive en la guerra y la pobreza. Queremos daros las gracias por todo lo que sois y hacéis. Aunque los demás no podamos hacer exactamente lo mismo que vosotros, todos podemos hacer algo".
El heredero al trono nórdico también ha leído el Evangelio de Navidad antes de encender, con toda la familia, las velas. "Muchas personas se sienten solas en Navidad. Quiero encender una vela por ellos", ha indicado en ese instante solemne Sverre Magnus. El servicio religioso también ha contado con música en directo a cargo de los artistas Amanda Delara, Sigvart Dagsland, Karoline Krüger y Vilja Stensrud.
La tabla de salvación ante las preocupantes encuestas
A pesar de que Marius Borg Høiby no forma parte de la Casa Real, sino de la familia del rey Harald, su prolongado escándalo ha terminado por salpicar a la institución. Así lo confirman las diversas encuestas realizadas en los últimos días en el país: un mayor porcentaje de la población tiene ahora una valoración negativa sobre la familia que ocupa la jefatura del Estado noruego, y los apoyos a la princesa Mette-Marit como futura reina han caído en picado. En cambio, si alguien está resistiendo relativamente indemne en este annus horribilis es la nueva generación, sobre todo la princesa Ingrid, quien en este momento es la tabla de salvación de una dinastía que ha sufrido, en el último año, un cuestionamiento inédito en la historia. Es posible que la institución necesite a la princesa más joven de la casa mucho antes de lo programado, lo que explicaría sus últimas apariciones públicas.
Antes de cerrar el año, los principales medios de comunicación noruegos realizan sus propias encuestas o las encargan a empresas especializadas. En el caso de la cadena pública NRK, una encuesta de opinión realizada por Norstat confirma que el 45% de la población tiene ahora una visión más negativa de la Casa Real, lo que supone una caída de diez puntos respecto a la encuesta realizada en verano, situando a la institución en mínimos históricos. Cabe recordar que la familia del rey Harald, que reina en Noruega por elección popular desde 1905, siempre ha gozado de un amplio apoyo nacional por ser un símbolo de la independencia del país, debido a su llegada por decisión democrática y su defensa de la soberanía durante el convulso siglo XX.
Los datos son aún más preocupantes si el foco se pone en la figura de Mette-Marit, la futura reina consorte, quien cuenta con el apoyo de únicamente el 27,5% de los noruegos, según la encuesta de Nettavisen. Sin embargo, esos apoyos se elevan hasta el 67,2% si se pregunta por la princesa Ingrid Alexandra. A sus 20 años y sin haber completado el programa formativo previsto para ella, la princesa Ingrid se ha convertido en el arma secreta o la pieza clave para salvar la situación, junto a su padre, el príncipe Haakon, que conserva un 61% de los apoyos.
El desgaste en la figura de la princesa Mette-Marit no sorprende a nadie, ya que se ha visto implicada en varios episodios relacionados con el caso de Marius Borg Høiby. Por un lado, como madre, un rol difícil de cuestionar, pero luego trascendió que fue avisada de su detención, lo que pudo dar pie a una presunta eliminación de pruebas. Además, algunas de las supuestas víctimas aseguran que ella conocía el modo de actuar de su hijo. También se revelaron fiestas y compañías de las que estaba al tanto, así como hechos que ocurrieron en los terrenos reales. En general, la percepción que ha calado, independientemente de lo que ocurra en el proceso judicial aún pendiente y de la presunción de inocencia que también aplica a Marius Borg, es que ha habido años de impunidad y cierto trato de favor para el joven que, habiendo entrado en la Familia Real a los cuatro años, como hijo de la princesa, gozó de una serie de privilegios sin las obligaciones o limitaciones que cumplen aquellos que ocupan una función pública.
Lo que sí se valora en distintas encuestas es que los escándalos, no solo el de Marius Borg Høiby, sino también los generados a raíz de la salida de la princesa Marta Luisa y su posterior boda con el chamán estadounidense Durek Verrett, no provienen de los miembros que tienen un papel dentro de la jefatura del Estado. En general, las conclusiones que se sacan son de esperanza en el futuro y se recuerda la trayectoria intachable de la monarquía en el país.
El primer escándalo en la monarquía noruega en 120 años
Por otro lado, está el factor del tiempo. Lo deseable para la Casa Real era que el caso de Marius se hubiera cerrado de forma rápida y quirúrgica, y esa fue la estrategia que planteó su abogado defensor, Øyvind Bratlien. Diez días después de los hechos que propiciaron su primera detención (posteriormente, hubo tres detenciones más por distintas causas), Bratlien compartió un comunicado en el que Marius reconocía la agresión, contaba que sufría problemas de dependencia de distintas sustancias, pedía perdón y se comprometía a rehabilitarse. Todo lo que reconocía, tal y como se ha ido filtrando, era innegable, ya que Marius había dejado un reguero de pruebas, incluidos los análisis de sangre tomados en el momento de la detención, mensajes, notas de audio y el propio testimonio de los policías que acudieron esa noche al domicilio de su novia, sin saber que así comenzaría el primer escándalo en la monarquía noruega en 120 años. Ese espejismo terminó pronto, ya que sus novias aseguraron haber vivido situaciones similares. En el transcurso de la investigación, la policía fue destapando otros casos de delitos sexuales presuntamente cometidos por el hijo de la princesa. Para colmo, él mismo alimentó el proceso con episodios de excesos compartidos en redes sociales, dando la impresión de que la crisis que estaba generando a la primera institución del Estado le resultaba completamente ajena.
La estrategia de la Casa Real siempre ha sido la de guardar silencio. El único que ha hablado en momentos puntuales ha sido el propio príncipe Haakon, con declaraciones breves y templadas, confiando en las autoridades y en clave paterna. Mientras tanto, se observó un movimiento de retirada de la nueva generación. La princesa Ingrid de Noruega prolongó su formación militar, algo que según la institución no tenía relación con el proceso de su hermano mayor. Por otro lado, el príncipe Sverre comenzó una nueva vida en el norte del país sin que se especificara nada sobre su formación, trabajo o preparación. Todavía la Casa Real no ha aclarado si cuenta con él para los reinados futuros o si apostará porque siga la "vía Marta Luisa", es decir, prescindir de su figura dentro de la institución.
De momento, en las últimas semanas, la princesa Ingrid ha vuelto a la vida pública en dos ocasiones al margen de la de este miércoles: por un lado, cuando recibió por sorpresa a su madre en el campamento militar de Skjold en Indre Troms, al norte del país, y por otro, cuando visitó, también con su madre, el área infantil y juvenil del Hospital de la ciudad de Drammen, en el día de Santa Lucía, una jornada que se celebra mucho en los países escandinavos. Es curioso que las dos apariciones de la princesa Ingrid hayan sido con su madre, la princesa Mette-Marit, quien según las encuestas tiene en este momento menos apoyo. Mientras tanto, los deseos del rey Harald de dar un paso atrás en la vida oficial, expresados por él mismo la pasada primavera después de todos los problemas de salud que sufrió a comienzos de año, han tenido que aplazarse. La "roca Harald" sigue al pie del cañón, mientras el príncipe Haakon compagina una creciente función pública con los problemas familiares a los que se enfrenta.