Marius Borg Høiby (27), el hijo que tuvo la princesa Mette-Marit antes de casarse con el príncipe heredero, Haakon de Noruega, está siendo el protagonista de un escándalo nacional sin precedentes en una realeza que siempre ha presumido de contar con un apoyo holgado por parte de la ciudadanía. Cuando el lunes por la noche el joven, que en teoría estaba luchando por su rehabilitación, fue detenido por tercera vez en cuatro meses, todo saltó por los aires. A los cargos que había acumulado por malos tratos en las relaciones cercanas, daños, amenazas e incumplimiento de la orden de alejamiento, se han sumado dos cargos por violación que están siendo investigados en este momento y que lo tendrán detenido de forma preventiva en la comisaría central del distrito de Oslo hasta el 27 de noviembre. Él se declara no culpable y su abogado, Øyvind Bratlien, califica la situación de "errores de juicio catastróficos por parte del fiscal". Mientras, en la Casa Real noruega la vida sigue, pero son malos tiempos para el rey Harald y para toda su estirpe, sobre todo, para el príncipe heredero, Haakon. ¿Dónde están y cómo están afrontando estos momentos?
Mette-Marit de Noruega mide sus apariciones
La prensa noruega aseguró hace unas horas que mientras la policía registraba e incautaba "pruebas relacionadas con el caso" (en referencia a la primera violación, ya que la segunda, según fuentes policiales, fue descubierta en el móvil de Marius cuando ya estaba detenido) en la casa de Marius, su madre, la princesa Mette-Marit permanecía en su propia casa, a escasos cien metros. Hay que recordar que los príncipes herederos viven finca real de Skaugum, dónde se dispuso una casa aparte para Marius. Esta residencia está en Asker, a veinte kilómetros del centro de Oslo y del Palacio Real, son unos terrenos que compró el rey Olaf para destinarlos a residencia oficial de los príncipes herederos. Por la disposición de ambas casas, la princesa Mette-Marit podría haber visto cómo acordonaban la zona y procedían a un registro policial histórico, ya que nunca había ocurrido algo similiar en unos terrenos que pertenecen al futuro jefe del Estado.
La princesa Mette-Marit no se ha dejado ver desde la detención de su hijo, siguiendo la tendencia de los últimos meses de minimizar sus apariciones públicas. Dada la extensión de un proceso que comenzó el pasado agosto, a la princesa, a pesar de estar un tiempo de baja médica, le ha sido imposible permanecer sin actividad pública durante tanto tiempo, ya que en su agenda había compromisos inamovibles y de la máxima relevancia institucional. Su última aparición fue a comienzos de esta semana cuando acudió al campamento militar de Skjold en Indre Troms, al norte del país, donde hizo una visita sorpresa a su hija, la princesa Ingrid, quien se encuentra realizando su formación en las Fuerzas Armadas desde hace meses. Su nombre no figura en la agenda de la Casa Real noruega hasta el próximo 5 de diciembre cuando tiene que ejercer de anfitriona de los obispos en una cena en el Palacio Real de Oslo.
De esta última visita de Mette-Marit, al campamento militar donde se encuentra su hija, se señaló la anomalía de que no fuera anunciada con antelación, de forma que se evitó el acceso de los medios de comunicación, que se enteraron del viaje de la princesa cuando se distribuyeron estas fotos desde las Fuerzas Armadas. Si bien esto puede deberse a otros motivos, algunos medios del país apuntaron a que se está buscando la forma de evitar que la princesa se vea expuesta a preguntas sobre su hijo. No hay que olvidar que su papel dentro de esta investigación ha sido controvertido, ya que trascendió que ella había sido informada con antelación de la primera detención y, según el medio VG, habría podido colaborar en la destrucción de pruebas ya que estuvo limpiando la casa y, según el citado medio, fue ella la que llevó a Marius al lugar acordado con la policía para esa primera detención (fuera de los terrenos reales), y Marius llegó con un móvil inservible y al que se le había quitado la tarjeta SIM. Esto derivó en una solicitud de una de las partes de la acusación para que la policía tomara testimonio a la princesa, algo que no ha tenido lugar por el momento y que ha abierto en Noruega el debate de si la "inviolabilidad" del príncipe heredero es extensible a la figura del consorte o no.
El príncipe Haakon continúa con la agenda oficial
El que no ha podido esquivar las preguntas (o directamente no ha querido, porque siempre ha respondido a los medios con enorme templaza y mesura) ha sido el príncipe Haakon, ya que la mayoría de sus compromisos oficiales con la jefatura del Estado han seguido en pie e implican a otros organismos nacionales y extranjeros. La detención de Marius, el joven que entró en su vida cuando tenía cuatro años y al que crío como a un hijo, pillo al príncipe Haakon en Jamaica en un viaje oficial de tres días como embajador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
La detención de Marius Borg hizo que las preguntas no versaran sobre las soluciones sostenibles para los océanos, el clima y la pobreza, el asunto que le había llevado hasta allí. El príncipe heredero salió al paso ante la prensa y lo siguió haciendo a medida que las noticias que llegaban de Oslo empeoraban. "Como familia y como padres, hemos querido que Marius reciba ayuda y llevamos mucho tiempo trabajando para que llegue a un lugar donde pueda recibir más ayuda. Es algo a lo que damos mucha prioridad. Debe hacerse dentro del marco establecido por el sistema legal", ha indicado el futuro rey de Noruega, quien ha reconocido que le gustaría haber estado con su mujer en estos complicados días. Además, apuesta porque la policía y la justicia tengan espacio para realizar su trabajo y se muestra convencido de que lo harán "de una manera adecuada". Haakon aterrizó en Noruega el jueves por la tarde, en la mañana del viernes se unirá a su padre para la audiencia fija con el Primer Ministro y después tendrá una agenda despejada hasta el próximo día 28 de noviembre, justo un día después del tiempo que se ha estipulado que permanezca Marius detenido.
La 'roca' Harald, el soberano de 87 años lleva el peso de la agenda siempre con el apoyo de la reina Sonia
El próximo mes de febrero cumple 88 años y, desde luego, el rey Harald se ha enfrentado a uno de los años más complicados de un reinado que sobrepasa las tres décadas. Hay que recordar que, a comienzos del 2024, una infección generalizada le mantuvo dos meses de baja y, a su regreso, el jefe del Estado expresó su deseo (y el de sus médicos) de reducir de forma permanente el número y alcance de sus actividades, manteniendo sus funciones constitucionales, audiencias y compromisos con otros jefes de Estado o mandatarios extranjeros. Entonces, durante un tiempo, el príncipe Haakon y la princesa Mette-Marit dieron un paso al frente, que resultó especialmente evidente en el caso de la princesa, porque desde el 2018 su presencia no era constante ya que se ajustaba al tratamiento que recibe por su fibrosis pulmonar. El espejismo duró poco: a día de hoy, el rey Harald tiene en su agenda todas las reuniones de gabinete y audiencias con miembros del gobierno, con el comité de los Nobel, embajadores y representantes del Consejo Nacional de Seguridad Interior, entre otros.
Mientras Noruega está pendiente de la investigación en torno a Marius Borg, el rey Harald está en el Palacio Real de Oslo ya que entre el jueves y el viernes tiene un total de ocho audiencias programadas. La próxima semana será parecida a esta, con actividades oficiales dentro de su residencia oficial, y será el viernes de la próxima semana, el 29 de noviembre, cuando se desplace a la catedral de Oslo, con motivo del Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino de las Naciones Unidas para una conmemoración de la paz en la que se espera la presencia del príncipe Haakon.
"A veces la vida es simplemente díficil", fue la declaración de un rey que ha librado muchas batallas pero reconoce ante los noruegos que este es un momento complicado. El "caso Marius" ha estallado, no solo cuando había compartido la necesidad de descansar más, también cuando la figura del príncipe heredero era más necesaria que nunca y reforzarla de cara al futuro era una necesidad de la institución y de la dinastía. También hay que recordar que solo hace unos meses los reyes tuvieron que defender la postura de su hija, la princesa Marta Luisa, de celebrar una gran boda con Durek Verret, otro asunto, no exento de polémica, que comenzó con cambios en la estructura institucional de la Familia Real noruega para que esa boda fuera posible.
Ingrid Alexandra y Sverre Magnus, los príncipes del futuro totalmente alejados del foco mediático
Casualidad o no, tanto a la princesa Ingrid Alexandra como a su hermano pequeño, el príncipe Sverre Magnus, el escándalo en torno a las tres detenciones de su hermano mayor, Marius, les ha pillado viviendo fuera de Oslo y sin presencia en la agenda oficial. Mientras que la futura reina del país tiene 20 años y continúa con una formación militar que, tanto desde la Casa Real como desde las Fuerzas Armadas, consideraron que era oportuno prolongar durante más tiempo del previsto en un principio, el príncipe Sverre, que cumplió los 18 años y presentó a su novia en la boda de su tía Marta Luisa, se trasladó a Trondheim (en el centro del país) para empezar en un trabajo del que los príncipes herederos no quisieron dar más detalles.
Ambos han estado alejados del foco mediático desde el pasado verano, manteniendo un perfil bajo para evitar cualquier posible presión adicional, y más teniendo en cuenta que surgieron voces que mostraban su preocupación por la posible influencia que hubiera tenido Marius en su hermana y futura reina, sobre todo porque ella misma habló de él como un gran apoyo en el discurso que dio cuando cumplió los 18 años. No hay que olvidar que la mayoría de edad de Ingrid, por su posición en la línea sucesoria, se celebró como un asunto de Estado y estuvieron presentes las máximas autoridades del país y también miembros de todas las casas reales europeas. Obviamente, Marius también estuvo allí, ya que aunque nunca ha sido príncipe siempre ha vivido como uno de ellos.