Al margen de un gesto poco afortunado para el balcón de un Palacio Real, Sverre Magnus nació para pasar desapercibido. Mientras todos los focos y la atención mediática se han puesto durante los últimos veinte años en su hermana mayor, la princesa Ingrid Alexandra, que será la primera mujer en llegar a la jefatura del Estado de la Noruega moderna, el príncipe Sverre, por su propia posición en la línea sucesoria, nunca ha generado demasiada expectación. Sin embargo, todo ha cambiado en cuestión de semanas, su aparición en la boda de su tía, la princesa Marta Luisa, vino a alterar las cosas. Con la libertad propia de aquellos que no tienen en su destino llevar la corona, Sverre acudió al enlace con su novia, Amalie Giæver Macleod, y luego dejó la casa de sus padres, los príncipes Haakon y Mette Marit, para probar una nueva vida lejos del Palacio Real. A estas novedades se suma que en una época de polémicas en torno a la Familia Real noruega la nostalgia está a flor de piel y es evidente el asombroso parecido físico que guarda ahora el príncipe Sverre con el que fuera uno de los reyes más populares de la historia: su bisabuelo, el rey Olav.
El nieto de los reyes Harald y Sonia no tiene agenda oficial y solo acude a compromisos institucionales de carácter familiar y de forma puntual, es por esto que, a punto de cumplir los 19 años, su aspecto físico cambia en cada una de sus apariciones y cada vez se parece más al que llamaban Folkekongen o "el rey del pueblo". Ese era el padre del rey Harald, un hombre rubio de ojos azules y envergadura vikinga en apariencia, ya que el rey Olav era hijo de un príncipe danés y una princesa británica, es decir, no había sangre noruega en sus venas. No obstante, su labor como príncipe heredero y después su reinado entre 1957 y 1991 le convirtieron en un rey muy querido en una Noruega que había elegido en un plebiscito un gobierno monárquico en tiempos de su padre, Haakon VII.
Olav V combatió en la Segunda Guerra Mundial, se quedó viudo de forma prematura y reinó apoyado por sus hijos hasta su muerte en 1991
Es el tiempo complejo que atraviesa la Familia Real, con la segunda boda de la princesa Marta Luisa y las complicaciones que está generando el 'caso Marius', se han multiplicado en el país los artículos de opinión en las principales cabeceras que se preguntan que habría hecho el rey Olav, como cabeza de familia, en este contexto. Olav V, al margen del tiempo en el que ejerció una resistencia activa durante la Segunda Guerra Mundial, se hizo popular por ser un hombre común, que había estudiado en un colegio público, que se movía sin escolta, que no quería usar coches oficiales y para el que las normas, usos y costumbres eran muy importantes. En definitiva, ha pasado a la historia como un hombre noble y estricto, por eso tardó diez años y buscó el apoyo del parlamento y también de la oposición para aceptar el matrimonio de su hijo, Harald, con una mujer que no era de la realeza, la reina Sonia. Ahora los matrimonios morganáticos (dos personas de rango desigual) son lo habitual, pero no lo eran en los años sesenta.
La vida del rey Olav no fue del todo fácil, a pesar de que nació en la residencia real de Sandringham, ya que era fue el único hijo que tuvo Maud de Gales, hija del heredero a la corona británica que terminaría siendo Eduardo VII del Reino Unido. Su madre, la princesa Maud, se casó con el príncipe Carlos de Dinamarca (segundo hijo del rey Federico VIII) en el Palacio de Buckingham y solo tuvieron un hijo, el príncipe Olav, que tenía dos años cuando su padre fue elegido rey para la recientemente independiente Noruega y toda la familia se trasladó a Oslo para asumir la jefatura del Estado.
Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, Olav ya era un príncipe heredero en activo, casado con Marta de Suecia y padre de tres hijos: Harald, Astrid y Ragnhild. Ante el avance de la Alemania de Hitler, padre e hijo, Haakon VIII y Olav, trataron de resistir de forma activa y armada en el país, sin embargo, terminaron escapando con algunos miembros del parlamento para poder montar un gobierno legítimo en el exilio. Terminado el conflicto bélico, la Familia Real regresó al país en 1945. Víctima de un cáncer, su mujer, la princesa Marta Luisa, falleció en 1954, una pérdida de la que nunca se recuperó (tampoco su hijo Harald, que lo contó en sus memorias) y ya ascendió al trono en 1957 siendo un rey viudo.
El futuro de Sverre, un enigma para un príncipe de otro tiempo
Es posible que el interés en torno a la figura de Sverre y la apuesta oficial por mantener una posición discreta, venga en parte motivada por los problemas que está generando su hermano mayor, Marius Borg, involucrado en varias investigaciones judiciales y con cuatro personas que le acusan de violencia física, psicológica, daños materiales, amenazas y la violación de una orden judicial que le provocó una segunda detención por parte de la policía. Mientras su abogado defensor trata de apagar fuegos y la institución no se ha pronunciado sobre el tema, los miembros de la Casa Real, incluida su madre, la princesa Mette Marit, guardan silencio. En este escenario, a comienzos de septiembre se anunció que el príncipe Sverre había dado un nuevo giro a su vida.
“Podemos confirmar que el príncipe se ha mudado a Trondheim y permanecerá aquí hasta Navidad” comentó la princesa aclarando que su hijo se ha independizado para vivir unos meses en la capital de este condado en el centro del país. Sobre su ocupación no quiso dar muchos detalles. “Estará trabajando, pero no queremos entrar en detalles sobre dónde trabajará y qué hará, pero podemos confirmar que se mudó aquí y está muy emocionado”. De momento sus planes se mantienen en secreto, es posible que esta sea una mudanza definitiva o que sea solo un periodo sabático antes de ingresar en la universidad, lo que sí ha podido confirmar el medio noruego Dagbladet, es que su novia, Amalie Giæver Macleod, lleva un tiempo trabajando en esa zona.