Marius y Sverre se presentaron en Trondheim como los Men in Black de Noruega. Fueron los hombres de negro del Rey, trajeados y con gafas de sol, durante una divertida visita de toda la Familia Real a la ciudad vikinga para celebrar el Jubileo de Plata de Harald de Noruega. El apuesto Marius, un príncipe sin tratamiento, que desde hace tiempo es el terror de las chicas y gasta traje en compromisos oficiales, sorprendió menos que su hermano pequeño, el príncipe Sverre, que parece que comienza a cortar el bacalao.
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Sverre Magnus de Noruega, el menor de los Herederos, era un hombre de negro de talla mini, pero hizo honor a su nombre y se creció que si probando una bicicleta, que si pidiendo información en el puesto de pescado como un mayor más... Y, a sus tan sólo diez años, fue el más grande del lugar gracias a su desenvoltura. Ellas, la princesa Ingrid Alejandra y sus primas, Maud Angelica, Leah Isadora y Emma Tallulah Behn, fueron ladies in blue, in white, in black & white, ciertamente más discretas que ellos, reservándose para después. La heredera del Heredero cedió protagonismo por una sóla vez a los chicos, aunque se resistía con toda la fuerza de su encanto y, como sus hermanos, con la mirada más cool del verano.
Reinaba en Trondherim el ambiente festivo. Y sólo era el principio. El primer acto de un apretado programa, que incluiría un servicio religioso con los trajes típicos en la catedral de Nidaros y un floreciente saludo desde el balcón de palacio, con el que la Familia Real al completo celebraría con los noruegos los 25 años en el trono de Harald de Noruega. Los primeros 25 de un largo reinado.
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Era la oportunidad perfecta para que las damas también se coronaran. Si en las cenas de gala en Palacio, en las Bodas Reales y en otras grandes ocasiones de gran postín, Sonia, Mette-Marit y Marta Luisa de Noruega sacan del joyero real sus relucientes tiaras, en la fiesta del jardín, organizada en la residencia real en Trondheim, con motivo del señalado aniversario de la coronación del Rey, no iba a ser menos. La Reina y las Princesas, mayores y pequeñas, se ciñeron sendas diademas, pero no de diamantes, ni de perlas, ni de piedras preciosas, sino de flores. Y, en presencia de las autoridades políticas y de 600 invitados en el palacio real de Stiftsgården, se proclamaron las bellas ninfas de Noruega.
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