La singularidad de Mónaco, uno de los Estados más pequeños del mundo, se traslada a su monarquía. El príncipe Alberto es un verso suelto y va a contracorriente con la tendencia de los monarcas europeos de reducir el número de miembros de sus Familias Reales con labores de representación oficial. España, Suecia, Reino Unido, Dinamarca y Noruega han delimitado claramente, con alguna que otra polémica, el número de miembros que representan al jefe del Estado. Sin embargo, en el Principado es distinto y en su monarquía todos los Grimaldi tienen cabida en un sinfín de actos de todo tipo.
Alberto de Mónaco no solo se apoya institucionalmente en su esposa, la princesa Charlene, y en sus hijos, los príncipes Jacques y Gabriella, que a pesar de tener solo ocho años, aparecen con frecuencia en muchos eventos de la vida pública monegasca, al contrario de lo que hacen otros herederos de Europa a los que se quiere dotar de una infancia y una adolescencia lo más privada y normal posible.
El monarca monegasco lejos de reducir o apartar a los miembros de su familia, les da un peso y un protagonismo poco habitual en otras Cortes. Así, sus hermanas, las princesa Carolina y Estefanía, casi no han visto reducida su presencia oficial a pesar de que su hermano hace años que tiene consorte. Las hijas de Raniero y Grace Kellyactúan de ‘primeras damas’ suplentes siempre que el Príncipe las necesita. Alberto recurrió a ellas especialmente durante el año que Charlene estuvo ausente por sus problemas de salud.
Además de las princesas Carolina y Estefanía, que brillan en actos como el Festival del Circo o el Baile de la Rosa, Alberto ha encontrado un gran sustento en todos su sobrinos, especialmente en los hijos de la princesa Estefanía y en sus parejas que están muy involucrados en las actividades de la vida de Montecarlo.
El apoyo de la familia Massy y de los Wittstock
Otros miembros menores de los Grimaldi, como Melanie-Antoinette Costello de Massy, prima en segundo grado del soberano y nieta de la única hermana del príncipe Raniero, la princesa Antonieta, participan en actos aunque de una forma más discreta. Así, se la vio junto a la princesa Charlene este viernes con motivo de la fiesta de Santa Devota y un día antes en el encendido de la barca en honor a la patrona del Principado.
También es incluso frecuente que la familia de Charlene, los hermanos Wittstock, participen y den su respaldo al príncipe Alberto.
Alberto de Mónaco regenta una Casa Real que tiene muchos gestos de otra era y que recuerda, en algunos aspectos, al tipo de monarquía que ejercía Isabel II con los Windsor: balcones de Palacio abarrotados con varias generaciones de Grimaldi en los que también tienen cabida sus resobrinos. Una tendencia que está en desuso en otros países por el coste que supone para las arcas de la Corona y por el poco control que tiene la propia institución sobre las funciones de tantas personas. Sin embargo, en Mónaco, donde además reina el ‘glamour’ de la realeza como en pocos Palacios, no se quiere desaprovechar la oportunidad mediática que supone tener a los hijos de la siempre magnética Carolina de Mónaco -ejemplo de belleza, sofisticación, atractivo- y la mejor carta de presentación de un territorio que vive del lujo, la imagen y el turismo.
El protagonismo de los hijos de la princesa Estefanía
En el reciente Festival de Circo de Montecarlo se vio no solo a Estefanía de Mónaco y su hijo Daniel Ducruet, sino a Carlota Casiraghi con su hijo Raphael Elmaleh, una aparición de la hermana de Andrea y Pierre que hace años sería impensable. También llama la atención cómo Daniel y su esposa, Marie Chevallier, embarazada de su primer hijo, acompañan al monarca en muchos compromisos, especialmente en los de tipo deportivo.
Aunque quizá el miembro que en los últimos tiempos más está participando de la agenda oficial es Camille Gottlieb, la hija pequeña que la princesa tuvo con Jean-Raymod Gottlieb, curiosamente está fuera de la línea de sucesión al trono ya que sus padres no llegaron a contraer matrimonio, tal y como recoge la Constitución del Principado, pero es uno de los grandes activos del jefe de la Casa Grimaldi como así ha demostrado recientemente en una gala contra el Sida y en un partido de fútbol donde animó a su hermano, Louis Ducruet.
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