¿Te imaginas visitar un palacio y que sea la propia realeza quien te enseña todos los rincones de su hogar? Pues eso es lo que ocurría este lunes en Mónaco, donde la princesa Charlene se convertía en la perfecta guía turística durante un recorrido por el Palacio del Príncipe, también conocido como Palacio Grimaldi y residencia oficial del soberano monegasco y su familia desde hace siete siglos. Un sorprendente acto que difícilmente olvidarán los viajeros que aprovecharon su estancia en el país para conocer los tesoros que alberga esta construcción que ha sido remodelada durante varios años y nuevamente está abierta al público. Volvió a abrir sus puertas el 1 de julio, el mismo día en el que Alberto de Mónaco y Charlene celebraban su 11 aniversario de boda.
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"Ayer por la tarde, Su Alteza Real la Princesa Charlene presentó a algunos invitados los Grandes Apartamentos recientemente renovados del Palacio del Príncipe, así como los frescos renacentistas que se dieron a conocer al público después de varios años de trabajo de restauración", han indicado junto a varias imágenes en la que vemos a la madre de Jacques y Gabriella de Mónaco ejerciendo radiante de anfitriona. La esposa de Alberto II pudo explicar a los turistas todos los detalles de los frescos del Renacimiento italiano que hay bajo una bóveda en el patio. Las pinturas del siglo XIX han sido descubiertas durante el proceso de renovación hecho por Jane Marshall y comprenden un área de 600 m². "¡Es una emoción extraordinaria! Hacer estos descubrimientos en un palacio donde creíamos conocer todos los tesoros que se esconden es una maravilla ”, decía días atrás el soberano.
Charlene de Mónaco no solo pudo contemplar estas obras de arte que acerca aún más la historia, sino también ver la remodelación íntegra de los Grandes Apartamentos. Pero lo más destacado es que pudo compartir este tiempo con los visitantes y proporcionales una experiencia única que difícilmente podrá repetirse. "La princesa Charlene también fue a encontrarse con los turistas que visitaban los magníficos salones del Palacio del Príncipe", indican. La esposa de Alberto II, con pantalón crudo y un original chaleco negro con cinturón, se nostró muy cariñosa con un grupo de niños, al que se fotografió abrazada, al igual que con una señora que no paraba de sonreír, quizá aún sin creerse la casualidad. "Y finalmente pude conocer la princesa Charlene de Mónaco", ha dicho un veterinario sueco que vivió el gran momento.
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Aunque el pasado viernes se ausentó del Baile de la Rosa, una de las grandes citas de los Grimaldi, lo cierto es que poco a poco Charlene va intensificando su agenda, signo de que su estado va mejorando. Ella misma explicaba hace un mes y medio que se encuentra "más serena" pero que su salud "todavía es frágil y no quiero ir demasiado rápido". El paso del tiempo está permitiendo que vuelva a la normalidad tras un camino "largo, difícil y muy doloroso". Cabe recordar que estuvo seis meses en Sudáfrica por una grave infección otorrinolaringológica que la obligó a pasar tres veces por quirófano. Cuando volvió al Principado, estuvo cerca de cuatro meses en una clínica de Europa para recuperarse de un agotamiento físico y emocional profundo.
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