Mónaco aún se recupera de los actos con motivo de su Día Nacional. Una jornada que junto, casi al completo, a la familia Grimaldi. Aunque había mucha expectación por ver a Carlota Casiraghi del brazo de su marido, Dimitri Rassam, y en compañía de sus dos hijos, Raphäel y Balthazar, finalmente no acudió a los actos oficiales, los primeros a los que hubiera asistido como mujer casada. Tras la imposición de medallas, la misa en la Catedral, la exhibición castrense y los saludos en el balcón, donde los más pequeños volvieron a conquistar a todos, parte de los miembros de la familia principesca, con Alberto y Charlene de Mónaco a la cabeza, acudieron por la noche a una cena de gala para cerrar una jornada para el recuerdo.
Los primeros en llegar a la velada fueron los príncipes Alberto y Charlene. La Princesa impactó con su look, que rompía el protocolo, al apostar por un arriesgado esmoquin de corte masculino con solapas satinadas, que acompañó de una camisa blanca de cuello italiano. Además llevó la banda conmemorativa con los colores de Mónaco y una pulsera y pendientes XL, a juego con el color de su labial.
Por su parte, la princesa Carolina se ciñó al protocolo e hizo un guiño a su país al apostar por un diseño largo de terciopelo en rojo de manga larga de Chanel y la misma banda que lució su cuñada. Junto a ella llegaron su hijo Andrea Casiraghi, sin Tatiana Santo Domingo, y su nuera, Beatrice Borromeo, sin su marido Pierre, que acudió con un vestido con transparencias negras de Dior, la misma marca que la vistió por la mañana con un fabuloso abrigo de cuadros verdes y negros. Nuevamente, la velada estuvo marcada por las ausencias. Además de Carlota y su marido, también faltaron Alejandra de Hannover –hija de Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover- la princesa Estefanía, sus hijos Louis, que sí que debutó como hombre casado junto a su mujer Marie Chevallier, Pauline y Camille.
La cena de gala, puso así el broche perfecto a un día en el que los miembros de las nuevas generaciones de los Grimaldi robaron todo el protagonismo a sus padres. Jacques, que apareció por primera vez con el uniforme de carbinieri, y Gabriella, saludaron desde el balcón de Palacio y siguieron muy atentos las interpretaciones musicales de la banda militar, a la vez que dejaban imágenes de lo más adorables. Al lado, los hijos de Beatrice y Pierre y de Tatiana y Andrea disfrutaban de lo lindo, mientras su abuela, Carolina de Mónaco, ejercía de orgullosa abuela en un balcón cada vez más lleno de niños.
Mónaco aún se recupera de los actos con motivo de su Día Nacional. Una jornada que junto, casi al completo, a la familia Grimaldi. Aunque había mucha expectación por ver a Carlota Casiraghi del brazo de su marido, Dimitri Rassam, y en compañía de sus dos hijos, Raphäel y Balthazar, finalmente no acudió a los actos oficiales, los primeros a los que hubiera asistido como mujer casada. Tras la imposición de medallas, la misa en la Catedral, la exhibición castrense y los saludos en el balcón, donde los más pequeños volvieron a conquistar a todos, parte de los miembros de la familia principesca, con Alberto y Charlene de Mónaco a la cabeza, acudieron por la noche a una cena de gala para cerrar una jornada para el recuerdo
Nuevamente, la velada estuvo marcada por las ausencias. Además de Carlota y su marido, también faltaron Alejandra de Hannover –hija de Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover- la princesa Estefanía, sus hijos Louis, que sí que debutó como hombre casado junto a su mujer Marie Chevallier, Pauline y Camille
Por su parte, la princesa Carolina se ciñó al protocolo e hizo un guiño a su país al apostar por un diseño largo de terciopelo en rojo de manga larga de Chanel y la misma banda que lució su cuñada. Junto a ella llegaron su hijo Andrea Casiraghi, sin Tatiana Santo Domingo, y su nuera, Beatrice Borromeo, sin su marido Pierre, que acudió con un vestido con transparencias negras de Dior, la misma marca que la vistió por la mañana con un fabuloso abrigo de cuadros verdes y negros
Los primeros en llegar a la velada fueron los príncipes Alberto y Charlene. La Princesa impactó con su look, que rompía el protocolo, al apostar por un arriesgado esmoquin de corte masculino con solapas satinadas, que acompañó de una camisa blanca de cuello italiano. Además llevó la banda conmemorativa con los colores de Mónaco y una pulsera y pendientes XL, a juego con el color de su labial
Varias niñas vestidas con los trajes regionales de Mónaco entregaron ramos de flores a las damas de la familia Grimaldi
Aunque faltaron algunos de los miembros de la familia Grimaldi, la princesa Charlene contó con la presencia de su hermana Sean Wittstock y su mujer, Chantelle Violet Serfontein (en la imagen detrás de Carolina de Mónaco y su hijo Andrea), que eligió un diseño de manga larga en color negro
Entre los invitados se encontraba Victoria Silvstedt, que llegó con un abrigo blanco con aplicaciones de piel en cuello y puños. La polifacética modelo sueca es uno de los rostros más conocidos de los especiales de la cadena de telvisión francesa TF1