El destino le arrebató de forma abrupta y cruel lo único importante, valioso, irremplazable: las vidas de sus seres más queridos
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Mónaco tuvo en la princesa Carolina, en ausencia de la princesa Grace, a la perfecta Primera Dama, hasta que en 2011 el príncipe Alberto se decidió a casarse
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La Princesa siempre ha estado en su lugar. En la imagen, asistiendo sola, sin Ernesto de Hannover, a la boda de los actuales reyes Felipe y Letizia
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La más bella del reino lleva a gala la distinción más extraordinaria de todas: la naturalidad
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La princesa Carolina da lecciones a todos: es posible toda la majestuosidad sin nada de impostura
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La belleza y el glamour de Carolina de Mónaco son eternos