Estas últimas semanas están siendo muy especiales para los príncipes de Mónaco. Tras disfrutar del Baile de la Rosa el pasado 29 de marzo, Alberto y Charlene han hecho las maletas para realizar, junto a sus hijos, los gemelos Jacques y Gabriella, de 10 años, una visita oficial muy especial y significativa a Bretaña.
El príncipe Alberto II, acompañado por su familia ha iniciado una visita oficial de dos días a la región de Côtes-d'Armor, en Bretaña, para conmemorar el tricentenario de la muerte de su antepasado Jacques III de Matignon. Este viaje, además de ser un compromiso institucional, tiene un profundo significado sentimental para la familia Grimaldi, ya que representa un regreso simbólico al corazón de sus orígenes y a los lazos históricos que unen a la familia monegasca con esta región bretona.
Desde su llegada a Matignon, una pequeña comuna bretona de menos de 1.800 habitantes, el príncipe Alberto II y su familia fueron recibidos con un entusiasmo desbordante por los residentes locales. La Place Rioust, adornada con más de 800 banderas rojas y blancas del Principado, se llenó de gente, todos invitados personalmente por el ayuntamiento y la Asociación de Amigos del Pasado del País de Matignon. La jornada resultó ser un evento extraordinario, que no solo celebró los lazos históricos entre Mónaco y la región bretona, sino que también rememoró un hecho clave: en 1715, Jacques de Goyon-Matignon se casó con la princesa Louise-Hippolyte Grimaldi, futura soberana de Mónaco. Además, esta visita coincidió con otro aniversario relevante para la familia Grimaldi: los 20 años de reinado del príncipe Alberto II, lo que hizo aún más significativo este regreso a las tierras de sus ancestros.
Aunque los gemelos Jacques y Gabriella ya han viajado al extranjero en otras ocasiones, como a Noruega y Hamburgo, esta es la primera vez que participan en un evento tan significativo. La última aparición pública de los niños fue en enero, durante la fiesta de Santa Devota. Aunque ya van creciendo, lo que sigue siendo evidente es lo unidos que están. Durante la visita, se les vio en varias ocasiones intercambiar sonrisas y gestos cariñosos, reflejando la cercanía que mantienen. Ambos disfrutaron visiblemente de la vida pública, saludando con sonrisas a la multitud, demostrando su creciente comodidad en los actos oficiales.
Durante su recorrido por Matignon, casi no hubo nadie que no se echara a la calle para ver de cerca a la familia principesca. El programa incluyó una caminata por el mercado local, donde el príncipe Alberto se detuvo en el food truck “Les Galettes Plancoëtines”, posando sonriente para las cámaras con una gorra que le regaló el quiosquero. Aunque declinó degustar un crepe en ese momento, estaba previsto que almorzara en Fort La Latte, una fortaleza medieval construida por sus antepasados en el siglo XIV y que hoy forma parte del patrimonio histórico de la región.
Más tarde, en el pabellón deportivo del colegio, rebautizado “Salón Príncipe Rainiero III de Mónaco” en honor a su padre, el príncipe Alberto descubrió una placa conmemorativa y pronunció un emotivo discurso, recordando las contribuciones de Rainiero III al desarrollo de la comuna. La jornada continuó con una recepción en el mismo recinto, momento en el que los habitantes de Matignon tuvieron la oportunidad de saludar personalmente a la familia principesca.
Para esta ocasión, la princesa Charlene eligió un atuendo elegante y sobrio: un traje pantalón marrón que armonizó perfectamente con el vestuario de su hija, quien también lució un conjunto en tonos similares. Este detalle reflejó la complicidad y la conexión especial entre madre e hija, que se destacó en todo momento durante la visita.
El príncipe Jacques, por su parte, estaba muy simpático y alegre, vistiendo un conjunto similar al de su padre, lo que dio un toque gracioso y entrañable a su presencia. A pesar de su corta edad, Jacques ya empieza a mostrar un estilo similar al de su padre, con una actitud tranquila y madura, disfrutando de los momentos públicos de la visita.
Esta visita a Bretaña no se limita a Matignon. El viaje de dos días también comprende etapas en Normandía, incluyendo las localidades de Moyon, Percy, Saint-Lô y Torigni-les-Villes, donde se encuentra la tumba de Jacques III de Matignon. Allí, el príncipe presentará sus respetos en la iglesia de Saint-Laurent. En Percy, asistirá a la bendición de una campana restaurada, patrocinada originalmente por Honoré III en el siglo XVIII. Además, se inaugurará la mediateca Grimaldi en Moyon Villages, reforzando el legado cultural y la vinculación histórica con la región.
Cabe destacar que la familia principesca aún ostenta el título de “Señores de Matignon”, perpetuando así un vínculo que se remonta a más de tres siglos. Esta conexión, más allá de lo genealógico, representa un fuerte lazo emocional entre Mónaco y Bretaña. Como recordaba Anne-Marie Marsaudon, presidenta de la asociación que organizó la visita, “los lazos siempre han existido”, pero fue en 2011 cuando se reavivaron con fuerza, culminando en esta visita histórica de 2025.