Carlota Casiraghi no es una princesa al uso. Bellísima, elegante, musa de varias marcas de lujo... hasta aquí todo "normal" (entendiendo como normal, la realidad del mundo royal), pero también le apasiona la filosofía, la literatura y el femenismo, unos intereses marcados por su formación y también por una infancia alejada de Palacio. Su niñez en Saint-Rémy-de-Provence, el pueblo de la Provenza francesa donde su madre, Carolina de Mónaco, se refugió con sus tres hijos tras la trágica muerte de su marido, Stefano Casiraghi, no solo ha influido en su forma de ver la vida, también ha sido el germen del gran vínculo que tiene con el país galo.
No olvida que es princesa monegasca y el hilo histórico que le une al Principado es indestructuble, pero también considera una gran suerte haber podido crecer en esta región del sudeste francés, como explica en el podcast Monaco Info. Con solo cuatro años pasó de vivir en la ciudad de Mónaco a trasladarse a un pequeño pueblo a tan solo 270 kilómetros de la Roca, pero radicalmente distinto a la vida palaciega. En Francia estudió en una escuela pública, algo que no es del todo infrecuente entre la realeza de algunos países europeos, en especial los nórdicos, pero sí entre los Grimaldi. "Me abrió los ojos al mundo", ha explicado al hablar de la de lo mucho que ha aprendido al estar en contacto con una mayor "diversidad social". Asegura que ha sido una gran suerte poder estar en contacto con diferentes realidades y que haber ido educado "en ese espíritu de libertad" es lo que le ha despertado su amor por los libros.
Es el balance más positivo de una decisión que Carolina de Mónaco tomó en el momento más duro de su vida, cuando había perdido a su marido, Stefano Casirgahi, en un fatal accidente naútico en 1990. Quiso entonces refugiarse del ruido mediático, las miradas indiscretas y recomponerse desde cero en un entorno radicalmente distinto. Allí aprendió a ser feliz de nuevo y sus hijos pudieron ver la vida desde otro prisma. Saint-Rémy-de-Provence es para Carlota el lugar donde pasó parte de su niñez y también en el que se casó con su segundo marido, el cineasta Dimitri Rassam, del acaba de separarse.
Fue el 3 de julio de 2019 cuando la sobrina del príncipe Alberto dio el 'sí, quiero' a su pareja y padre de su seguno hijo, Balthazar, en una ceremonia religiosa días después de su enlace civil en Mónaco. Cinco años más tarde su historia de amor llegó a su fin. Aunque la ruptura no ha sido confirmada oficialmente, los hechos hablan por sí solos y Carlota ha rehecho su vida junto al escritor francés Nicolas Mathieu, con el que ha sido fotografiada en varias ocasiones compartiendo planes por París. Ambos comparten su pasión por el mundo de las letras, ámbito en el que él es muy admirado gracias a galardones como el Premio Goncourt.