Clava Carlota Casiraghi su mirada en el mar profundo y revuelto representado en uno de los cuadros. Como perdiéndose en la inmensidad de lo abstracto, evocando recuerdos y dejándose llevar por ese intenso color donde parece reflejarse el azul verdoso de sus ojos. Embriagada por el misterio de lo desconocido, que sin querer resulta una metáfora perfecta del estado sentimental por el que ella misma atraviesa. Esto es, de marejada y futuro incierto tras la ruptura con su marido -algo que se ha querido mantener en el más absoluto secretismo- y por el comienzo de un nuevo romance que nadie sabe hasta dónde llegará. Son algunas de las sensaciones que ha podido tener la hija mayor de Carolina de Mónaco, en la visita conjunta que ha hecho con su madre al Nuevo Museo Nacional del Principado.
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Oceanógrafo es el título de la muestra que allí puede verse y que, sin duda, parece haber cautivado a la sobrina del príncipe Alberto. No solo a ella, sino también a su progenitora a la que acompañaba durante la inauguración de la misma. Era este pasado viernes cuando la Princesa y su hija mayor presidían la apertura de la última exposición del genial Miquel Barceló, que está en dicho recinto desde el 7 de junio hasta el próximo 13 de octubre.
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El propio artista mallorquín de 67 años, considerado uno de los maestros contemporáneos del neoexpresionismo a nivel mundial, ejercía de guía de excepción para sus invitadas de honor. Desde el saludo inicial cuando se estrecharon la mano, hasta el último recorrido que hicieron por unas de las salas, el entendimiento entre ellos era palpable. La Princesa se mostraba muy interesada en todas las obras del creador, fueran pictóricas o de escultura, a lo que este respondía al momento con el mismo tesón para explicar su significado o simbología.
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Villa Paloma, una de las dos sedes con las que cuenta este Nouveau Musée National Monaco, es el lugar en el que uno puede sumergirse en la visión única y enigmática del artista balear. Del hombre que en 2011 logró que su lienzo Faena de muleta fuera subastado la casa Christie's de Londres por nada menos que 4,4 millones de euros, convirtiéndose así en el artista español vivo más cotizado.
Rendidas a su obra han caído Carlota y Carolina, esta última además en su papel de presidenta del Consejo de Administración y del Comité de Adquisiciones de dicho museo. En la puesta de largo, tampoco faltaron a la cita los grandes mecenas de la entidad y los comisarios de la exposición: Björn Dahlström, Guillaume de Sardes, Stéphane Vacquier y Françoise Gamerdinger.
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A través de una selección de unas 60 piezas (pinturas, cerámicas, bordados...) queda patente una vez más la prolífica producción de Miquel Barceló, el prestigioso creador que ha hecho del mar un tema central de su legado, cuyo valor es verdaderamente incalculable. En la web oficial de la muestra, se nos invita a un "viaje épico desde los inicios de la vida" para contemplar detenidamente las composiciones fósiles, exoplanetas, fondos oceánicos o texturas de la corteza terrestre.
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Todo ello, fusionado con vistas aéreas de la superficie marítima, la exploración de los abismos o las formas y criaturas de las fosas. Además, la presencia del ser humano se adivina detrás de sus bestiarios y numerosos bodegones (buceo, navegación, pesca, cocina...), a través de poderosas composiciones de olas y vasijas de barro inspiradas en la Antigüedad. En definitiva, "un eco de la historia de la oceanografía, tan querida por el Principado de Mónaco", subrayan.
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