Le faltó muy poco para romper a llorar y sus gestos a la hora de contener las lágrimas lo decían todo. Estefanía de Mónaco ha vivido una noche de emociones a flor de piel en una de las citas más tradicionales del Principado, la que tiene lugar cada año del 19 al 28 de enero y que este viernes echaba a andar para regocijo de los amantes del circo. No fue esta una velada de inauguración como cualquier otra, puesto que nos dejaba imágenes de gran sentimiento y de inolvidanle recuerdo para sus protagonistas.
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Nada más llegar a la gigantesca carpa que se ubica en el distrito de Fontvieille, la Princesa era recibida con honores por parte de los 'clowns' que le daban la bienvenida. Junto a ella han estado sus hijos Louis Ducruet y Camille Gottlieb, así como su nuera Marie, siendo las mujeres las que portaban en ese instante un bonito ramo de flores. Además, los miembros de la Familia Real monegasca llevaban puesta también la bufanda clásica al cuello con los colores rojo y blanco de la bandera del país.
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A continuación, se producía el posado de rigor ante las cámaras de los ilustres invitados y ahí veíamos ya a una sonriente Estefanía de Mónaco, dispuesta a disfrutar al máximo de la que es una de sus grandes pasiones. Desde 2006, preside el comité organizador del Festival Internacional del Circo de Montecarlo tras el fallecimiento de su padre, por lo que dentro de sus funciones está el mantener activo el espectáculo e incluso seleccionar los números, el vestuario, las coreografías o la música.
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Dentro del recinto y una vez ocupaba su sitio en el palco, se producía entonces uno de los momentos más especiales para la Princesa al recibir una sonora ovación por parte de los asistentes. Un auténtico baño de masas, donde ella era testigo del cariño y el calor de su pueblo en ese instante único. Con los ojos vidriosos, levantaba los brazos en señal de agradecimiento, devolvía los aplausos y enviaba besos al aire para responder de igual manera ante tanta muestra de afecto.
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Convertida en la estrella del prestigioso evento, que daba el pistoletazo de salida a su 46ª edición, la Princesa presenciaba también el conmovedor homenaje que allí le hacían a Rainiero III. El que fuera impulsor del certamen circense hace justo medio siglo recibía un merecido tributo, con motivo del cincuenta aniversario que ahora se conmemora, proyectándose imágenes del que fuera Jefe del Estado en la pantalla grande que hay sobre el escenario principal.
A sus 58 años, la hermana pequeña de Alberto de Mónaco siempre se ha implicado al máximo en este importante acontecimiento, que se transmite de una generación a otra y del que ella es su mejor embajadora. Para la exhibición de este día, lucía un elegante traje de chaqueta y camisa cuyas tonalidades iban muy a juego con la enseña de su nación. Volcada en su nueva faceta de abuela, la que fue catalogada antaño como princesa rebelde atraviesa sin duda por una etapa plena y de sosiego que le hace muy feliz.
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