Solo ha pasado una semana entre la esperada reaparición pública de Charlene de Mónaco y su segundo acto oficial, un corto espacio de tiempo que sin embargo evidencia el notable cambio experimentado por la Princesa de una presencia a otra. En ambos compromisos, los dos con un cariz deportivo, la mujer del príncipe Alberto acudía con su marido y sus hijos para retomar la vida institucional de la que ha estado alejada durante quince largos meses. Hasta ahí podría no haber grandes diferencias, pero sí que se dieron en realidad cuando analizamos al detalle la actitud, los gestos y hasta el aspecto físico de la exnadadora olímpica. Durante su asistencia este fin de semana al tradicional torneo de rugby de Santa Devota, patrona del Principado, parecía sentirse bastante más a gusto, feliz, relajada, cómoda e involucrada que el sábado anterior en el campeonato de Fórmula E que albergó el Principado. Se da la circunstancia que el rugby es junto con la natación (fue olímpica en los Juegos de Sidney) uno de los deportes favoritos y por eso no es de extrañar que lo haya elegido para su segunda reaparición en público.
-Inspiración sastre y minimalismo: las claves del nuevo estilo de Charlene de Mónaco
Si entonces fue verdaderamente difícil que las cámaras captaran una sonrisa en el rostro de la esposa de Alberto de Mónaco y su perfil era más bien bajo o distante, ayer era todo lo contrario. Es decir, que había pasado de cierto hieratismo y en ocasiones mirada ausente o melancólica a un comportamiento más volcado y cercano con todo lo que la rodeaba. En su primera aparición que se producía el 30 de mayo, denotaba algo de frialdad que siete días después se transformaba en calor no solo hacia los suyos sino también con los asistentes al evento en cuestión. Durante la carrera automovilística, se limitaba a dar la mano a los ganadores durante la entrega de trofeos delante del podio, mientras que en la competición de rugby posaba a pie de pista agarrada a los jóvenes participantes con la mejor de sus caras. El cambio de ánimo era un hecho, algo que se veía reflejado también en las continuas muestras de cariño en forma de besos y abrazos que dedicaba a sus mellizos, los príncipes Jacques y Gabriella. Igualmente, la veíamos hablar de manera más cómplice y estrecha con su esposo, Alberto de Mónaco, cuando estaban con sus niños en el palco.
Charlene de Mónaco, muy sonriente y cariñosa con sus mellizos en un nuevo acto público
La prueba definitiva de que algo había cambiado sustancialmente era que la propia Princesa compartía esta vez en sus redes sociales algunas de las imágenes más tiernas de la agradable jornada, algo que la semana anterior no hizo. Es más, declaraba que había sido un "gran día" y acompañaba esas instantáneas con el emoticono de un enorme corazón como símbolo de lo mucho que quiere a su familia. Más allá de su proceder, incluso podemos encontrar diferencias en el maquillaje que Charlene de Mónaco lucía de un acto a otro, muy marcado y de estilo futurista en el primero frente al más suave y tradicional del segundo. Para explicar los motivos de esta 'mutación', cierto es que la Princesa pudo sentirse más atenazada u observada en su reaparición ya que se rompía el hielo tras su larga ausencia de la vida pública monegasca por los problemas de salud que padeció en ese tiempo. Una vez ha vuelto a escena ya recuperada, quizás no se vería como una extraña ante los ojos del público y haya podido dar rienda suelta a su personalidad de una forma más natural y cálida.
Primera aparición de Charlene de Mónaco tras 15 meses retirada de la vida institucional
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