Una de las tradiciones más peculiares de Mónaco se ha celebrado este miércoles y ha sumado una nueva ausencia de la princesa Charlene, tras varios meses ingresada en un centro donde se está recuperando tanto fisíca como mentalmente. Alberto de Mónaco no ha faltado a la cita de Santa Devota, patrona del país costero que se celebra cada 27 de enero y en donde normalmente vemos a toda la familia. En esta ocasión ha estado el Príncipe junto a sus hijos, Jacques y Gabriella, tan chic como ya nos tienen acostumbrados; además de Carolina de Mónaco y Louis Ducruet, a quienes hemos visto acompañando a los pequeños en más de una ocasión en los últimos meses.
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Gabriella ha lucido un elegante abrigo de pelo azul eléctrico sobre un conjunto de tweed de color gris, acompañándolo con una boina negra para completar un estilismo de lo más chic y que recuerda al estilo de su prima Carlota Casiraghi, mientras que hemos visto a la versión más formal del pequeño heredero. Jacques ha vestido un traje azul marino bajo el abrigo, un estilismo muy parecido al que llevaba su padre, Alberto, pero lo ha completado con unas zapatillas de deporte para darle su tono más juvenil, correspondiente a sus siete años de vida.
Esta es la primera jornada de las festividades de Santa Devota, y ha comenzado con la llegada de la tradicional barca a puerto, donde se ha bendecido el mar con las reliquias y se han lanzado salvas de honor antes de una ceremonia religiosa en la que hemos visto al príncipe Alberto muy atento a las lecturas. Mientras, la embarcación era colocada para ser incendiada posteriormente, en primer lugar por Jacques y su padre, que sostenía la llama en manos de su hijo. El pequeño no apartaba la mirada de sus primos y su hermana, que le seguía acompañada por Carolina de Mónaco. Tras ella iban Louis Ducruet y Camille Gottlieb.
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La historia de Santa Devota cuenta que fue martirizada en 304 en Córcega y se ordenó que se quemara su cuerpo, pero unos cristianos consiguieron huir con él para darle sepultura. Uno de los símbolos más impresionantes de esta cita es el momento tras la ceremonia religiosa en el que prenden fuego a la barca en el puerto de Hércules, una práctica que reinstauró Luis II de Mónaco durante su tiempo como príncipe soberano. Desde que Jacques y Gabriella son algo mayores, son ellos los encargados de encender la llama, un momento que hemos vuelto a ver esta noche, cuando los niños han cogido unas largas estacas en forma de espadas en llamas ante la atenta mirada de su padre y su tía. Después de esta ceremonia los fuegos artificiales han iluminado el cielo de la ciudad.
La 'lucha' de Gabriella de Mónaco por ejercer de perfecta hermana mayor con Jacques