A sus años 55 años, Estefanía de Mónaco parece que ha encontrado la tranquilidad de la madurez. Su agitada y azarosa juventud, que dieron más de un quebradero de cabeza a sus padres, ha dado paso a una época de gran sosiego en la que los que ocupan titulares son sus hijos. Sin embargo, la hija pequeña de los príncipes Raniero y Grace ha vuelto a estar de plena actualidad por dar su opinión sobre una importante decisión que ha tomado el gobierno francés: la prohibición de usar animales salvajes en circos y parques acuáticos. La hermana del príncipe Alberto es presidenta del Comité Organizador del Festival Internacional de Circo de Montecarlo, y se siente muy unida a este mundo en el que inclusó trabajó por toda Europa a principios de la década de los años 2000 cuando mantuvo una relación sentimental con el domador de elefantes Franco Knie.
Para la princesa Estefanía “los animales de circo son miembros de la familia y tienen contacto con humanos. No son entrenados ni maltratados, simplemente son amados, alimentados y mimados”, ha dicho en una entrevista concedida a Monaco Matin. La futura ley del país galo no le ha sentado nada bien e incluso, a juzgar por sus palabras, podría decirse que la ha ofendido. “La gente del circo no se va de vacaciones porque vive pendiente de sus animales las 24 horas del día. Añadiría que en Francia todo el mundo tiene derecho a trabajar. O acaso ¿tenemos que evitar que los agricultores ganen dinero con el ganado?”, asegura. En su alegato también quiere hacer ver al público que “el circo ha cambiado” y asegura que sigue siendo el mayor espectáculo que un niño puede ver.
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La madre de Pauline, Louis y Camille también va más allá y critica que se persiga a las familias del circo y no a muchos que centros ecuestres que explotan a los caballos a los dueños de mascotas que los abandonan. “Los animales salvajes que han nacido en una caravana son queridos como un animal doméstico. Quizá haya algunos que son maltratados. Pero no hay que generalizar (…) El mundo del circo ha evolucionado y ya no es la silla y el látigo”. En sus declaraciones manifiesta que ser animalista es como el veganismo “una moda”. “Quieren imponer su punto de vista a todo mundo. Es antidemocrático. Todos tenemos derecho a poner lo que queramos en nuestro plato y no nos convierte en malas personas”. A pesar de que cree que sus palabras pueden levantar controversias se defiende diciendo que “es mi opinión, respeto la de los demás. En el mundo digital en el que vivimos debemos aferrarnos a nuestras raíces, a nuestras tradiciones. Solo defiendo los circos con animales si las cosas se hacen bien (…) No trato de imponer mi forma de pensar a nadie”.
El circo es para Estefanía de Mónaco algo más que un show. Heredó de su padre la pasión por este espectáculo y se la ha transmitido a sus hijos. Además, en el Principado tiene un fuerte arraigo como lo demuestra la celebración anual del Festival de Circo de Monte Carlo, con 44 años de trayectoria y al que acude cada año en el que acróbatas, equilibritas, payasos y, por supuesto, los animales, hacen vibrar a los Grimaldi. Esta cumbre internacional reúne a los más prestigiosos profesionales del circo durante diez días y culmina con la entrega de los premios Payasos de Oro, los equivalentes en el sector a los Oscar.
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