Se crió en un palacio, pero uno de los sueños de su infancia siempre fue tener su propio castillo, en el que imaginar batallas a caballo cual caballero de brillante armadura. Pierre Casiraghi ha podido materializar y hacer realidad ese deseo al adquirir una fortaleza situada en la zona sur de Francia, concretamente en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul, a menos de 100 kilómetros de Montecarlo. Y es que, por cuatro millones de euros, se ha convertido en el propietario del castillo de Beauregard, también conocido como castillo de Villeneuve.
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Se trata de una construcción de 1470 que se levantó con piedras que quedaban de la catedral de Florencia. Hasta hace relativamente poco seguía siendo habitado por la familia de Villeneuve -una de las dinastías nobles más importantes de la Provenza-. Tras los descendientes de Antonie de Villeneuve, primer señor de estas tierras, el inmueble aristocrático pasó a panos de los hermanos Laure y Patrick de Clarens. En los últimos tiempos, esta residencia suponía un gran desembolso de mantenimiento para este último, el conde de Clarens, que intentó por todos los medios no tener que venderla. Para ello subastó algunos enseres como libros o muebles, organizaba eventos en su interior, lo alquilaba... pero no fue suficiente.
Finalmente, tuvo que sacarla al mercado por cuatro millones de euros. Por esta propiedad se interesó incluso Mick Jagger, pero fue Pierre Casiraghi quien no dejó pasar la oportunidad de adquirirla, ya que, además de su deseo de poseer un castillo, también tenía el aliciente de que uno de sus antepasados nació en este lugar. Lo cierto es que Beauregard, que ya ha sido sometido a una remodelación, se convertirá previsiblemente en la segunda residencia del hijo de Carolina de Mónaco, de su esposa, Beatrice Borromeo y de los dos hijos de ambos, Stefano y Francesco. Así lo asegura la revista alemana Bunte, que ha destapado la compra, por parte de Pierre, de esta fortaleza francesa que cuenta con numerosas joyas en su interior.
Con esta adquisión, el sobrino de Alberto de Mónaco cumple uno de sus sueños y lo hace meses después de haber realizado otra de sus metas: disfrutar de una aventura marina. Lo hizo el verano pasado, junto a la activista Greta Thunberg, con la que se embarcó durante dos semanas hasta llegar a Estados Unidos. Durante la travesía, para la que Pierre prestó su velero, el Malizia II, recorrieron el Atlántico desde Reino Unido e hicieron frente a inclemencias meteorológicas y a todo tipo de dificultades.