Una vez más, los Grimaldi son fieles a su cita con la tradición. Como es habitual desde 1949, cada 19 de noviembre se celebra en Mónaco el Día Nacional, una festividad institucional de primer nivel, que también se ha convertido en una cita de lo más familiar y en la que los más pequeños de Palacio se llevan todo el protagonismo. Pese a que no es frecuente verla compartir escenario con sus cuñadas, la princesa Charlene de Mónaco no ha faltado a esta cita acompañando a su marido, el príncipe Alberto, en el día grande del Principado. La princesa Carolina y la princesa Estefanía, también han acudido junto con sus hijos y nietos. Este año la gran ausente ha sido Carlota Casiraghi, su marido, el productor de cine Dimitri Rassam, y sus hijos, Raphäel, de casi seis año, y Balthazar, que ya tiene un añito.
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A primera hora de la mañana todo estaba listo en el patio del Palacio principesco para comenzar con el grueso de las celebraciones en un día nublado, pero sin lluvia. Todas las autoridades gubernamentales aguardaban a la familia Grimaldi en el patio. Los primeros en salir han sido los hijos de las princesas Carolina y Estefanía acompañados de sus familias. Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo, que ha acudido con una pamela oscura y un abrigo largo en color hielo, han llegado con sus hijos: Sasha, de seis años, India, de tres años y Maximilian, de un añito. La hija de la pareja ha cautivado a todos con su capota y con una muñeca que llevaba para entretenerse. También Pierre Casiraghi y Beatrice Borromeo -con un abrigo-capa de rayas verde y negro y un tocado de estilo francés- han aparecido con sus hijos Stefano, de dos años, y Francesco, de un año, que estaban adorables con sendos abriguitos, a juego con la indumentaria de sus padres. La hija pequeña de Carolina, Alejandra de Hannover, ha ido sola, sin su novio Ben- Sylvester Strautmann, y ha elegido un chaleco en color camel, muy de tendencia esta temporada, y un cinturón de cuero negro con el que ha definido su cintura.
Mientras los más jóvenes ocupaban el balcón de la gran escalinata de mármol de Carrara, el príncipe Alberto, su mujer y sus hermanas hacían acto de presencia. La princesa Charlene ha elegido un total look formado por abrigo y pantalones en color blanco que ha complementado con un sombrero de ala ancha en el mismo tono y guantes. La princesa Carolina, siempre elegante, ha optado por un abrigo en color azul claro y un tocado oscuro con redecilla. La princesa Estefanía ha sido la única que no ha llevado tocado y se ha decantado por un traje negro.
Aunque se esperaba la presencia de Carlota Casiraghi, finalmente no ha asistido. Hubiese sido el primer acto público de la hija de Carolina de Mónaco como mujer casada y en compañía de su flamante marido, Dimitri Rassam. La pareja contrajo matrimonio el pasado 1 de junio en una ceremonia civil en Mónaco y celebró una gran fiesta de tres días. Casi un mes después, el 29 de junio, tuvo lugar su enlace religioso en la Provenza, en la localidad de Saint-Rémy-de-Provence, el lugar en el que Carolina de Mónaco y sus tres hijos se refugiaron tras la trágica muerte de Stéfano Casiraghi.
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Este año, la princesa Estefanía ha podido presumir de nuera. Su hijo Louis Ducruet ha acudido con su mujer, Marie, con la que se casó a finales del pasado julio en la Catedral de Mónaco, una imagen que recordó al enlace de sus abuelos maternos, Raniero y Grace Kelly. La nuera de la Princesa ha acudido con un look en color malva con volantes y un tocado pillbox en color blanco, en su gran puesta de largo en un acto oficial de la familia principesca. Sin embargo, además de Carlota, también han faltado las hijas de Estefanía: Pauline Ducruet y Camille Gottlieb.
Tras los actos en el patio del Palacio, la familia Grimaldi y el resto de invitados se han dirigido hasta la Catedral de Mónaco donde ha tenido lugar una misa de acción de gracias, que ha durado alrededor de una hora. Los últimos en llegar han sido Alberto y Charlene que lo han hecho acompañados por Carollina y Estefanía de Mónaco. Tras ocupar su lugar, ha comenzado el servicio religioso, que ha sido oficiado por Bernard Barsi, arzobispo de Mónaco y gran prior de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén en el país. La eucaristía ha comenzado con un mensaje que ha enviado el Papa Francisco: "Presento a Sus Altezas Serenísimas deseos cordiales para ellos y para todo el Principado. Le pido a Dios que les de a todos los monesgascos una vida pacífica".
Tras la misa, la familia ha abandonado la Catedral, con los príncipes Alberto y Charlene a la cabeza al ritmo de la orquesta de los carbinieris y entre vítores de los monegascos y visitantes que se han agolpado en las inmediaciones del templo.Toda la familia Grimaldi se ha dirigido a Palacio, ya con un solo radiante, donde se ha producido una de las imágenes más emotivas y esperadas de la jornada: el saludo desde el balcón de la familia Grimaldi.
Los primeros en salir a saludar han sido Charlene, sin sombreo, y Alberto de Mónaco en compañía de sus dos hijos, los mellizos Jacques y Gabriella, que el 10 de diciembre cumplirán 5 años. Los pequeños no han perdido detalle de los actos en la entrada de Palacio y han acudido prefectamente uniformados: Jacques, como un perfecto soldadito luciendo, por primera vez, su traje de carabinieri, mientras que Gabriella estaba muy graciosa con una boina roja. Durante la actuación de la orquesta militar, los niños no han dejado de mover sus manitas al son de la música. En un momento de la actuación se ha unido a ellos Kaia-Rose, prima materna de los mellizos. En el balcón de al lado no perdían detalle Sasha e India, los hijos de Tatiana y Andrea Casiraghi, que han disfrutado con las maniobras militares, que se han celebrado por el 90 aniversario del nacimiento de la princesa Grace.
Precisamente el homenaje a la difunta Grace Kelly ha sido uno de lo más momentos más emocionantes de una jornada inolvidable. Los soldados han realizado dos "G", el monograma de la Princesa, en la explanda de Palacio al ritmo de un gaitero -el padre de la mujer de Raniero de Mónaco era irlandés- que ha tocado la canción Amazing Grace, que ha hecho que al príncipe Alberto casi se le saltaran las lágrimas. Ha sido entonces cuando su mujer le ha cogido del brazo para reconfortarle. Tras la actuación musical, y embargado por los sentimientos, el príncipe se ha metido dentro de Palacio.