Este sábado Estefanía de Mónaco volverá a tener una atención mediática que no busca. Sin pretenderlo, se convertirá en la otra gran protagonista de la boda de su hijo Louis Ducruet y Marie Chevallier en la catedral de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, en la que ejercerá de madrina del flamante novio. Hace mucho tiempo que no se encuentra en una circunstancia igual, a groso modo desde que fue plenamente consciente que no quería ser una princesa ortodoxa. El que fuera la pequeña de los príncipes Raniero y Grace, ocho y siete años menor que sus hermanos, la princesa Carolina y el príncipe Alberto, le allanó el camino para una vida más libre de las ataduras reales que ellos asumían.
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Siguió de niña las directrices marcadas y, como su hermana, cursó estudios en el internado de las Damas de San Mauro en Mónaco. Luego continuó en la Dupanloud de París y terminó el bachillerato en 1982 ya habiendo escuchado para entonces la llamada de las artes –la danza clásica, el piano y, especialmente, la gimnasia-, que siempre se le habían dado bien. Conciliaba su educación con la formación oficial y en el Baile de La Cruz Roja de 1982 debutó como Princesa. Pero la primera gala de Estefanía se recordará también por ser la última de Grace, apenas dos meses después madre e hija sufrieron un fatal accidente de coche en el que falleció la esposa del príncipe Raniero. Y a la joven adolescente se le estrelló la vida.
Estefanía de Mónaco huyó del perfil de Princesa, tal vez porque no podía huir de sí misma. A principios de los 80, se embarcó en una carrera artística, primero como aprendiz en el taller de moda de Dior Couture bajo el liderazgo de Marc Bohan; luego como modelo de la revista Vogue; después como diseñadora se decidió a crear en 1985 su propia línea de trajes de baño Pool Position. Aquella trayectoria atípica aún la llevó a la cima del éxito en 1986 con la canción Comme un Ouragan, que se convirtió en un número uno mundial. En 1991, cerró el paréntesis musical con un álbum en inglés titulado Stephanie, cuyo título Winds of Chance rinde homenaje a su madre.
Ahora le dedica su labor social. Como digna sucesora de la princesa Grace, Estefanía de Mónaco se ocupa de varias causas benéficas. Hace el trabajo de una princesa, siendo más Estefanía que nunca. En 1997, creó una fundación benéfica para jóvenes con discapacidades. Desde 2004, es Presidenta de la Asociación de la Lucha contra el Sida de Mónaco e invierte tiempo y energía en la mejoría de estos pacientes. En 2006, fue nombrada Embajadora de Buena Voluntad de ONUSIDA. La Princesa, discreta por lo demás, no duda en abandonar su retiro y luchar en primera línea de fuego para dar a conocer sus proyectos humanitarios y para recaudar fondos a favor de la asociación de turno.
En julio de 2013, creó la fundación Baby & Nepal para salvar a dos elefantes amenazados de eutanasia, los adoptó y, tal y como prometió, les dio asilo gracias a la intermediación de Alberto de Mónaco que le cedió unos terrenos para tal fin. También continúa la tradición familiar establecida por el príncipe Raniero y asume la Presidencia del Festival Internacional de Circo de Monte Carlo. Pero no solo de título, con toda el alma, llegando incluso a cambiar por un tiempo la vida en Palacio por una vida en la carpa. También ha transmitido su pasión por el circo a sus hijos, en el ADN y en sus agendas con la fundación del Festival de Nueva Generación para jóvenes artistas.
Si Estefanía de Mónaco ha pasado por la vida como un huracán, sus grandes amores han sido verdaderos tornados. Después de algunos idilios de juventud con Paul Belmondo, Anthony Delon y Jean-Yves Le Fur, contrajo matrimonio el 1 de julio de 1995 con su antiguo guardaespaldas Daniel Ducruet, padre de sus hijos Louis (26/11/1992) y Paulina (04/05/1994). Apenas un año después de casados, en agosto de 1996, se vio envuelta en un escándalo: Daniel Ducruet salía en la portada de una revista italiana Geten con Fili Houteman, una stripper belga. El divorcio se hizo efectivo unos meses después, en octubre de 1996. La Princesa no dejó de creer en el amor y se enamoró de Jean-Raymond Gottlieb, otro de sus guardaespaldas, con quien tuvo a su hija Camille (15/07/1998), si bien la relación tampoco prosperó. Por último, en 2003, contrajo segundas nupcias con el acróbata portugués Adans López Peres, pero dado el salto tampoco encontró la estabilidad y a la vuelta del año se precipitó el segundo divorcio. Desde entonces no ha vuelto a estar en el punto de mira de los medios de comunicación... hasta el próximo sábado.